El esperado libro de Molla Millsya está aquí y no va a dejar a nadie indiferente: una colección de nuevos diseños irresistibles como siempre y sorprendentes como nunca. En esta ocasión, el reciclaje y los materiales presuntamente desechables son los protagonistas, y los resultados son piezas únicas llenas de color.
La diseñadora y tejedora finlandesa nos descubre todo lo que podemos llegar a crear a partir de prendas o retales predestinados a ir directos a la basura, además de invitarnos a reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo y revisitar el mundo del crochet desde la perspectiva de la ecología y la sostenibilidad.
• 25 proyectosal más puro estilo Molla Mills para decorar, lucir y llevar: desde un cojín gigante, una colcha o una gorra con visera hasta unas pantuflas, un neceser o el que será tu nuevo bolso favorito.
• Instrucciones paso a paso y patrones gráficospara entender y realizar con facilidad cada proyecto.
• Consejos para crocheteros y una introducción a los puntos más comunes y sus abreviaturas, además de inspiración para elegir, diseñar y crear prendas de manera consciente.
6 ¡VIVAN LOS RESIDUOS!
12 CONSEJOS PRÁCTICOS
40 PUNTOS Y ABREVIATURAS
42 GROSOR DEL HILO
PARA DECORAR
48 Puf
56 Cojín con las instrucciones del puf
58 Cesta con tapa
64 Alfombra de trapillo
72 Cojín nudo
78 Colcha
86 Cojín de trapillo
90 Alfombra enrollable
PARA LUCIR
98 Chaleco con bolsillos
106 Bufanda de rayas
112 Gorro de pescador
120 Gorra con visera
126 Bufanda gigante
134 Mitones
140 Pantuflas
146 Capucha con el patrón de la alfombra enrollable
PARA LLEVAR
156 Bolsito
166 Mochila
174 Bolso con las instrucciones de la mochila
178 Neceser
182 Bolso de viaje
190 Alforja para bicicleta
198 Bolso redondo
204 Bolso favorito
210 Cartera
¡VIVAN LOS RESIDUOS!
Calcetines y bolsas para el pan cuelgan de la cuerda de tender. ¿Hola?Cosas de mi madre, Raija, recicladora y panadera, que reutilizaba las bolsas de plástico una y otra vez hasta que lo único que quedaba de ellas era un montón de agujeros. Puede que en los noventa el plástico fuera más resistente, o quizá la gente tuviera una forma de pensar más verde, pero creo que en ese momento generábamos menos residuos que en los hogares actuales.
En mi casa reciclábamos también la ropa. En aquella época no era posible comprar por internet al instante, pues la red no era más que una idea en la pizarra. Pedíamos prendas por catálogo, pero lo que llegaba a casa en un sobre siempre era de la talla errónea, tenía un color extraño o no te quedaba bien. En mi pueblo había una tienda de ropa con un surtido que dejaba bastante que desear. Sin embargo, en casa teníamos una modista, a veces dos, cuando yo me sentaba a coser y remendar con mi madre ante la mesa de trabajo del salón. No era inusual que una prenda vieja acabara bajo el prensatelas para convertirse en una camisa nueva para mi hermana.
Usábamos las camisas y las íbamos aprovechando hasta que el último trozo intacto de tela se transformaba en los pulgares de unas manoplas.
¡Por aquel entonces reciclar ya me parecía tremendamente divertido! Los almacenes de mi madre, los mercadillos y el desván de mi abuela fueron para mí como AliExpress o Etsy. Acumulaba y cosía todo lo que caía en mis manos, y el resultado era un batiburrillo de cosas nuevas, cosas viejas y experimentos. Sin ningún tipo de vergüenza, me ponía las prendas que había hecho y me iba al mercado local. Durante las vacaciones de verano, diseñaba y cosía decenas de mochilitas usando viejas fundas de sofá, confeccionaba collares con todo tipo de objetos y unía retales para hacer faldas. Tener tan pocas distracciones y tanta imaginación me permitía crear muchas prendas distintas.
Más adelante, cuando terminé los estudios de Diseño, renové por completo la imagen de una tienda de productos reciclados llamada Oranssi, e incluso diseñé la ropa que vendían. El nombre de la gama de productos era Garbage can-can, lo que significa que el título de este libro contiene su historia. Los productos más populares eran los bolsos cosidos a partir de viejas telas floreadas. Al menos eran mis favoritos, y tejer bolsas y bolsos sigue siendo mi labor preferida.
Los productos de la tienda estaban fabricados con materiales procedentes del centro de reciclaje y elaborados en un taller local. Yo también cosía, lavaba y remendaba entusiasmada la mayoría de los artículos. Corría el año 2005, y los centros de reciclaje estaban plagados de material de alta calidad. ¡Era un proyecto muy divertido!
No obstante, debo admitir que mi furor por el reciclaje menguó cuando surgieron otras tareas en mi vida (a las que llamaremos “trabajo remunerado”): cosía por las tardes, y los fines de semana iba a la caza de material. Sin embargo, aunque mi puesto estaba relacionado con la industria textil, mi mente estaba en otra parte. Soñaba con un trabajo en el que pudiera reciclar, coser y orientar a la gente para que hiciera más cosas a mano. “Oye, ¿y si me dedico a escribir manuales de labores artesanales?” Una misma idea une el crochet y el reciclaje: salvar al planeta punto a punto, prenda a prenda.
Pero tejer con materiales reciclados no es nuevo... ¡Ya lo sé! Hace décadas, mi abuela reutilizaba todo tipo de tejidos, ¡pero sigue siendo una magnífica tarea!
Con este libro no trato de reinventar la rueda, sino de seguir rodando en la misma bicicleta. Mi objetivo es recorrer nuevos caminos que nos sirvan de inspiración para evaluar nuestros hábitos de consumo. ¿Qué podemos hacer con la ropa que, hasta ahora, iba a parar a los contenedores de reciclaje o a la basura? ¿Puedo tener en cuenta el ciclo de vida de una prenda y su uso posterior cuando la compro? ¿Elegir materiales duraderos en lugar de moda rápida? Por ejemplo, compraré un jersey de lana que usaré durante los próximos diez años y, después, ¡lo desharé para tejer un bolso!
Segundo asalto:¡la prenda inicia un nuevo ciclo!