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Sin_tesis

Un libro de Federico Soriano

Agotado

"Seis palabras. Seis negaciones han acompañado mi actividad arquitectónica durante estos primeros años. Seis renuncias suaves, seis simplificaciones, seis reflexiones. Son seis intuiciones que revolotean sin cesar sobre los trabajos, las lecturas, las visitas, los ocios, los viajes. Las imágenes o los textos que se han ido acumulando con el tiempo se han ido afiliando silenciosamente a cada término, casi sin querer. Son seis conceptos que se mezclan, se interrogan entre sí, unos preguntando, otros respondiendo. Cada uno se incrusta en el resto, emanando interferencias y evocaciones. Las influencias son recíprocas. Son ausencia de atributos arquitectónicos, porque las ausencias son más ambiguas, más amplias y sugerentes".

Descripción técnica del libro:

15 x 22 cm
200 páginas
Español
ISBN/EAN: 9788425219481
Cartoné
2004
Descripción
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Detalles

"Seis palabras. Seis negaciones han acompañado mi actividad arquitectónica durante estos primeros años. Seis renuncias suaves, seis simplificaciones, seis reflexiones. Son seis intuiciones que revolotean sin cesar sobre los trabajos, las lecturas, las visitas, los ocios, los viajes. Las imágenes o los textos que se han ido acumulando con el tiempo se han ido afiliando silenciosamente a cada término, casi sin querer. Son seis conceptos que se mezclan, se interrogan entre sí, unos preguntando, otros respondiendo. Cada uno se incrusta en el resto, emanando interferencias y evocaciones. Las influencias son recíprocas. Son ausencia de atributos arquitectónicos, porque las ausencias son más ambiguas, más amplias y sugerentes".
Federico Soriano
Índice de contenidos
Índice de contenidos

Contenidos:
sin_escala 11
sin_forma 43
sin_peso 63
sin_planta 95
sin_detalle 127
sin_gesto 157 192
Créditos de las ilustraciones 199
Lee un fragmento
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Introducción:

En algunos momentos debemos llegar a no tener nada para volver a reconocer las cosas con ojos nuevos. Dejar que se pierdan entre nuestros dedos los conceptos que habíamos aprendido. Obligarnos a no ver. ¿Cómo negar que la elección de seis -quizás el ser elegido por seis palabras- tiene su origen en la lectura de las conferencias de Italo Calvino? Pero también, después, al pensar las cosas y fijar las obsesiones, otros números y otros sustantivos caminan, a nuestro lado, en forma de siete lámparas, de cinco puntos, de ocho conceptos. ¿Y cómo negar el espíritu provocador que transmite la lectura de Art Reinhart? El valor de haber llegado a un límite de renuncias y escribirlo. Pero esto son sólo cuestiones, quizás importantes, para datar y conocer el origen de las cosas, o para fijar paralelismos, pero, al fin y cabo, anecdóticas. Creo que estas seis «sin palabras» son valiosas, que son renovadoras, como cualquier proposición en el fondo, que no serían específicamente personales. Son caracteres que, sin nombrarse, aparecen, se asoman en los proyectos que vemos y estudiamos, se usan en los textos y poemas que leemos. ¿Pueden servir para atarnos al futuro?

Es importante ahora lanzar nuevas palabras para ir fijando los sueños de nuestra época. Estudiando las seis palabras he podido convencerme de nuestras continuidades y de nuestras diferencias respecto al movimiento moderno. Cuando se está inmerso en el propio movimiento es difícil discernir qué posición tenemos, dónde nos encuadramos o cuál es el espíritu que, dentro de la historia, definirán y organizarán nuestros analistas; cuánto de nuestra posición actual es prolongación, dentro de los lógicos vaivenes de las tendencias, de la personalidad que ha definido el siglo, o cuánto se está inmerso dentro de algo que todavía está formándose. Hemos asistido a tantos nacimientos, a tantas muertes y resurrecciones, que hemos aprendido a que estas cuestiones adquieran un valor muy relativo. Es mejor pensar y, sobre todo, creer en las cosas desde lo más cercano y personal. Por eso estas seis palabras son también específicamente personales; se han ido coleccionando, primero a través de sensaciones y más tarde cada una ha tenido una construcción y una reflexión distinta; un vocablo necesitaba de un texto analítico, otro anclarse en términos compositivos. Alguno se ha resistido y tan sólo ha querido aparecer como sugerencia indemostrable. Después, han ido girando alrededor de mi cabeza durante un tiempo y han vuelto a perder su consistencia para convertirse de nuevo en emociones.

Las intuiciones eran arquitectónicas. Seis negaciones construidas como otro proyecto más, con idénticas herramientas y procesos. En un proyecto no hay más conclusión que el propio resultado final, que el propio objeto. Aquí no se trata más que del propio texto: su construcción, su totalidad y sus fragmentos. Un texto que no es muy diferente a un edificio, como, por ejemplo, un auditorio o un hotel. A veces es necesario escribir o dibujar las cosas antes de tener todas las citas que las avalen, del mismo modo que en el proyecto hay seguridades y apuestas que no cuentan con ningún apoyo en un primer momento. Seis negaciones como una teoría momentánea de la arquitectura. No existen verdades absolutas, sino conjeturas acerca de lo que se hará. Cualquier teoría debe modificarse y corregirse instantáneamente, ser lo suficientemente abierta para que todo quepa en ella, para que pueda dar cabida a «murmullos, desatinos, impropiedades, metáforas, tics, accesos, síntomas psicóticos, notoria estupidez, golpes de genio y cosas semejantes». Las razones no son la justificación de una elección, la explicación de los procesos que han conducido inexorablemente a un resultado. Las razones tampoco son los criterios de selección de un catalogo estético. No son, por último, análisis psicológicos que expliquen una conducta pasada o futura. Los razonamientos son nuevas preguntas enlazadas, focos que iluminan a distancia y permiten vislumbrar rincones interrogativos, murmullos que se rumian para caminar más que para observar y exposiciones de mis obsesiones que necesitan mostrarse para convertirse en aspiraciones más profundas y fructíferas. La pretensión es humilde y no se aspira a rellenar ningún hueco. Tampoco se pretende estar a la misma altura que los libros precedentes. No existen vacíos, ni temas que no hayan sido nunca investigados por los críticos. Estas seis palabras se han ido mostrando poco a poco en conferencias y artículos. En algún momento se definían como cartas de un juego, naipes que desplegaba mágicamente frente al oyente. De la misma manera que puedo recordar las lecturas asociadas -en cada viaje, en cada descanso-, cada término está ligado a una etapa, a una conferencia importante o a un proyecto que se extendería largo tiempo. Finalmente, aquí se presentan de otra manera. No podría saber por qué he establecido este orden; simplemente, estas reflexiones se han acomodado según el momento en el que se escribieron. Ahora, al reescribirlo todo de una vez, parecen construir un único texto. Realmente, cualquier otro orden lo hubiese construido igual. Para algunas empresas, «el método adecuado es un desorden cuidadoso». ¿Tiene sentido hablar de valores contemporáneos basándose en piezas antiguas? No hay obras modernas sino autores. Las obras quedan liberadas y, en cada época, cada nueva lectura supone su reescritura. No son lo que fueron sino lo que hacemos que sean. Cada vez que leemos o descubrimos una arquitectura nos convertimos en Pierre Menard escribiendo El Quijote.

Quiero seguir un camino de figuras y proyectos, de textos y autores cuya característica menos relevante es la fecha concreta de su elaboración o los prejuicios que los acompañan, y su máximo valor, la contemporaneidad de nuestras lecturas. En esta época no lineal no hay órdenes jerárquicos marcados por la flecha del tiempo. Y, luego, preguntaréis aquello que creéis más importante: ¿son ciertas? ¿Son verdaderas? Apoyándome en Sanford Kwinter: «Al final la verdad es una función de la voluntad, no de los hechos». Estas negaciones son fruto de mis deseos.

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