El falso ascetismo de Steve Jobs
(Anatxu Zabalbeascoa, El País Semanal, 08/03/2016)
AccederMenos es más. Así reza la máxima más célebre del movimiento moderno. Pero, ¿es realmente así? En una época en la que incesantemente se nos insta a hacer “más con menos”, ¿podemos seguir romantizando las pretensiones del minimalismo? Para Pier Vittorio Aureli, la vindicación del “chic austero” es una perversión de lo que debería ser, en realidad, una forma de vida dotada de pleno sentido. Rastreando el florecimiento del ascetismo en la primera era cristiana y su institucionalización a través de los monasterios medievales, Aureli examina cómo la unidad básica de la vida en reclusión —la célula monacal— se convirtió en el cimiento de la propiedad privada y en el origen de todos nuestros males. En el tardocapitalismo, el ascetismo se ha visto completamente estetizado y se manifiesta en el estilo de vida monacal de Steve Jobs, en el aura contenida de Apple o en la existencia de monasterios inspirados por tiendas de Calvin Klein. Entre toda esta hipocresía, ¿es posible recuperar la idea de “menos” como alternativa radical, como el primer paso para vivir la vida examinada?
Índice
Introducción
Capítulo primero
Capítulo segundo
Capítulo tercero
Capítulo cuarto
Capítulo quinto
Capítulo sexto
Capítulo séptimo
Extracto de la introducción
Introducción
Durante muchos años, el enunciado “menos es más” ha sido el lema del diseño minimalista. Asociado inmediatamente a la sobria obra del arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe, quien tomó prestada la expresión de un poema de Robert Browning, “menos es más” celebra el valor ético y estético que entraña una economía de medios autoimpuesta. La arquitectura desnuda de Mies, en la que la expresión formal se reducía a una composición sencilla de elementos industriales prefabricados, llevaba implícita la idea de que la belleza únicamente puede surgir del rechazo de todo aquello que no sea estrictamente necesario. En años recientes, pero especialmente a partir de la recesión económica de 2008, la actitud “menos es más” ha vuelto a ponerse de moda, defendida, esta vez, por críticos, arquitectos y diseñadores con un tono ligeramente moralista.
Si la exuberancia irracional del mercado inmobiliario empujó a la arquitectura de finales de la década de 1990 y principios de la de 2000 hacia la producción de objetos icónicos cada vez más redundantes, esta situación comenzó a cambiar con el inicio de la recesión. Quienes previamente habían aclamado (o incluso ejecutado) las acrobacias realizadas por la arquitectura en la década anterior, se volcaban de pronto en denunciar el vergonzoso despilfarro de recursos y presupuestos de la arquitectura. Este cambio de sensibilidad ha producido dos tipos de reacciones. Algunos arquitectos han tratado de traducir los valores de la austeridad en términos puramente formales; otros han abogado por infundirles un talante más social, tratando de ir más allá de los límites tradicionales de la arquitectura. Sería injusto colocar ambas posiciones al mismo nivel (pues la segunda puede que sea más plausible que la primera), pero lo que sí parecen compartir es la idea de que la crisis actual es una oportunidad para hacer —tal como lo expresó un arquitecto italiano convertido en político— “más con menos”. Es por esta razón que “menos es más” ya no es tan solo un mero principio estético, sino el meollo ideológico de algo más, algo en lo que la economía de medios no es ya una mera estrategia de proyecto, sino un imperativo económico a secas.
En la historia del capitalismo, “menos es más” define las ventajas de reducir los costes de producción. Los capitalistas han intentado siempre obtener más con menos. El capitalismo no es solo un proceso de acumulación, sino también, y sobre todo, una incesante optimización del proceso productivo orientado a una situación en la que menos inversión de capital significa más acumulación de capital. La innovación tecnológica siempre ha estado impulsada por este imperativo de reducir los costes de producción, la necesidad de trabajadores asalariados. La misma noción de industria se basa en esta idea: ser industrioso significa ser capaz de obtener los mejores resultados con menos medios. Aquí vemos cómo la creatividad en sí se halla en la raíz misma de la noción de industria. La creatividad no solo depende de que el inversor encuentre modos de escatimar recursos, sino de la capacidad de los trabajadores para adaptarse a situaciones difíciles. Estos dos aspectos de lo industrioso y de lo creativo están interrelacionados: la creatividad de los trabajadores debe acentuarse por fuerza cuando el capital decide reducir los costes de producción y las condiciones económicas se vuelven inciertas. De hecho, es la creatividad, como facultad más genérica de la vida humana, lo que siempre ha explotado el capital como su principal fuerza de trabajo. Y, en una crisis económica, lo que exigen las medidas de austeridad del capital es que la gente haga más con menos: más trabajo por menos dinero, más creatividad con menos seguridad social. En este contexto, el principio de “menos es más” corre el riesgo de convertirse en una celebración cínica del espíritu de la austeridad y de los recortes presupuestarios de los programas sociales.
En el texto que sigue me gustaría abordar la condición de ese menos, pero no para rechazarlo, sino para una ponderación crítica de su ambigüedad. [...]
Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL
(Anatxu Zabalbeascoa, El País Semanal, 08/03/2016)
Acceder«El libro analiza el espacio mínimo que se necesita para vivir, pero también alerta sobre el peligro al que nos aboca la tecnología enganchándonos a trabajos sin horario.» (Anatxu Zabalbeascoa, El País Semanal, 08/03/2016)
(Beatriz Villanueva y Paco Casas, Arquilecturas, 01/04/2016)
Acceder«Lo más interesante del texto es el interés constante de Aureli en señalar el ascetismo como una opción personal donde las privaciones son a la vez medios y fin, y donde la búsqueda de la calma y de un cierto hedonismo se confunden como camino y meta a la vez.» (Beatriz Villanueva y Paco Casas, Arquilecturas, 01/04/2016)
(Anatxu Zabalbeascoa, Del tirador a la ciudad, 11/04/2016)
Acceder«De la celda a la ciudad sin domicilio, Aureli traza un recorrido que busca incomodar para cuestionar e ir más allá de la forma al hablar de la célula arquitectónica: la morada, la habitación, la celda o la casa.» (Anatxu Zabalbeascoa, Del tirador a la ciudad, 11/04/2016)
(Beatriz Rico, El Croquis n.184, 03/2016)
Descargar«Para Pier Vittorio Aureli, la vindicación del ‘chic austero’ es una perversión de lo que debería ser, en realidad, una forma de vida dotada de pleno sentido.» (Beatriz Rico, El Croquis n.184, 03/2016)
(Pilar Pinchart, Skfandra, 24/06/2016)
Acceder«Es un ensayo extraordinario, de mucho interés teórico, sobre todo para quienes son herederos del 'politics' impulsado la década pasada por la Architectural Association. Pero me falta la arquitectura.» (Pilar Pinchart, Skfandra, 24/06/2016)
(Peio Aguirre, Crítica y metacomentario, 17/11/2016)
Acceder«A la luz de este magnífico ensayo, la redefinición de lo privado, lo común y lo colectivo impregna el debate actual sobre el problema de la vivienda y el co-housing, por no hablar de la necesidad imperiosa de tener que volver a definir los parámetros de nuestra vida diaria y cotidiana a partir del más nimio detalle y elección.» (Peio Aguirre, Crítica y metacomentario, 17/11/2016)