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Vivir con color

Un libro de Rebecca Atwood

Disponible

Un vibrante manual de estilo para llevar la magia del color a nuestras casas. 

Personalizar la paleta de colores puede ser una de las decisiones más importantes a la hora de decorar nuestro hogar. 

En esta sorprendente y práctica guía, la diseñadora textil Rebecca Atwood nos invita a emprender un viaje a través del color para entender su funcionamiento, aprender a observar cómo vive a nuestro alrededor y cómo interactuamos con el y, finalmente, dejarnos guiar por nuestro instinto en el momento de decidir qué colores serán los que marcarán el carácter de nuestras estancias.  

¡TAMBIÉN DISPONIBLE EN EBOOK AQUÍ!

Descripción técnica del libro:

17 x 22 cm
272 páginas
Español
ISBN/EAN: 9788425234354
Rústica
2023
Descripción
Descripción

Detalles

Un vibrante manual de estilo para llevar la magia del color a nuestras casas. 

Personalizar la paleta de colores puede ser una de las decisiones más importantes a la hora de decorar nuestro hogar. 

En esta sorprendente y práctica guía, la diseñadora textil Rebecca Atwood nos invita a emprender un viaje a través del color para entender su funcionamiento, aprender a observar cómo vive a nuestro alrededor y cómo interactuamos con el y, finalmente, dejarnos guiar por nuestro instinto en el momento de decidir qué colores serán los que marcarán el carácter de nuestras estancias.  

¡TAMBIÉN DISPONIBLE EN EBOOK AQUÍ!

Rebecca Atwood es licenciada en Bellas Artes por la Escuela de Diseño de Rhode Island, es diseñadora textil y artista, faceta en la que combina distintas técnicas con la pintura. 

Su interés por los estampados está profundamente ligado a su infancia en Cape Cod (Massachusetts) y a sus observaciones cotidianas en Brooklyn, donde reside actualmente con su marido.

Índice de contenidos
Índice de contenidos

Introducción   8

 

PRIMERA PARTE

Comprender el color  14

¿Qué es el color?       16

El círculo cromático   19

Los colores complementarios           22        

Terminología del color           26

 

SEGUNDA PARTE

Sentir el color 30

El color y los sentidos 34

El color y las estaciones         40

El color y el momento del día            44

 

TERCERA PARTE

Ver el color     46

Neutros: arena, azul pizarra, gris marengo   50

Rojo: rubor, tomate, rubí       60

Naranja: melocotón, mandarina, terracota  70

Amarillo: mantequilla de limón, dorado, ocre          80

Verde: menta, hierba de las dunas, verde mar         90

Azul: hielo, océano, marino oscuro   100      

Púrpura: gris liláceo, crepúsculo, medianoche         110

 

CUARTA PARTE

Vivir el color   122

Emily C. Butler            125

Lucy Harris      135

Shanan Campanaro y Nick Cochana  145      

Britt Zunino    153

Mauri Weakley           161

Grant William Fenning           169

Charlotte Hallberg y Eric Gonzalez    179

Kayla Alpert    189

Kate Temple Reynolds           199      

Anthony Gianacakos y Alison Rudnick          207

Hopie Stockman         215

Jen Mankins    223

 

QUINTA PARTE

En busca del color      232

Explorar el color         235                 

Conectar con el color 236

Crea tu sistema de color        244

Crea tu paleta de color          249

Crea un mood board  252

Haz un boceto de las estancias         252

 

Recursos         264

Agradecimientos        266

Colaboradores            267      

Índice de nombres y materias           269

Lee un fragmento
Lee un fragmento

Mi historia con el color

Siempre me he sentido atraída por el color. Desde niña, mis padres fomentaron mi amor por el arte; con tan solo cinco años ya tenía libros de Monet y Renoir, y mis primeros recuerdos son los ratos que pasábamos dibujando con mis hermanas. Tumbadas en el suelo, bajo la luz del sol que entraba por la gran puerta de cristal, pasábamos horas coloreando grandes hojas de papel esparcidas a nuestro alrededor con lápices, ceras de colores y acuarelas. En algún momento nuestro abuelo nos regaló un juego profesional de rotuladores Pentel, que nos parecieron un arcoíris encerrado en una caja, comparados con los sencillos colores primarios que habíamos estado utilizando hasta entonces. Dentro de su estuche dorado, eran unos objetos bellos de por sí, y lo más fascinante de este arcoíris eran sus múltiples versiones de cada color: azules cálidos y fríos, rojos verdaderos y burdeos. El juego de rotuladores amplió mi paleta y, con tales herramientas a mi alcance, me volví adicta al color. 

A medida que me fui haciendo mayor, mi relación con el color se fue expandiendo. Vivíamos en Cape Cod y me encantaba ir a la playa en temporada baja, el momento más apacible del año, cuando los tonos más suaves y tenues del paisaje natural cobran relevancia gracias a su limitada paleta de color. Es aquí donde aprendí a apreciar la belleza de los colores neutros, pero no del típico gris o tostado poco saturados, sino de los neutros multicolor, cromáticos, de los que os hablaré más adelante.

Cape Cod siempre ha sido un foco de atracción para los artistas debido a su serenidad y la espectacularidad de su luz. En tan solo 24 horas, el color de la arena varía desde un caramelo suave y pálido, pasando por un crema brillante al mediodía, hasta alcanzar finalmente un color rosa etéreo y refulgente antes de la puesta de sol. Estos colores de la arena poseen matices infinitos, y lo mismo sucede con la naturaleza circundante: el cielo, el mar, los campos o los árboles en la distancia. Siempre podemos encontrar variaciones tonales en las que la luz hace destacar las diferentes texturas del paisaje. Yo me sentaba en la playa, contemplando estas transformaciones y mirando el ir y venir de las olas, estudiando el modo en que el cielo y el mar confluían en el horizonte, y dándome cuenta de que este era el mundo, sosegado pero lleno de color, en el que deseaba vivir.

Con el paso del tiempo, mi predilección infantil por el dibujo cedió terreno a la pintura y las manualidades. La pintura se convirtió en mi principal forma de expresión y fue a través de ella como llegué a entender el color. Ahora me doy cuenta de que lo que estaba intentando era reproducir la belleza que veía en la naturaleza y a mi alrededor. Cuando estaba en la escuela secundaria me apunté a un curso de acuarela en el que, antes de comenzar, nos dieron una lista de la compra de los colores “básicos” que íbamos a necesitar, entre los que había un rojo cálido y uno frío, así como matices neutros como el ocre y el siena tostado. Recuerdo que pensé que a quién le apetecería utilizar esos matices tan sosos y aburridos pudiendo usar el azul y el amarillo. Sin embargo, a lo largo del curso y de otras lecciones de arte que tomé más adelante, entendí que estos pigmentos terrosos son la base para crear un mundo que imite a la naturaleza, y que actúan como elementos fundamentales para combinar matices. Me enseñaron que cuando pintas un paisaje o un bodegón, estás recreando el aspecto que tiene la luz en un momento concreto del tiempo; a la larga, esto daría forma a mi concepción del color, el arte y el diseño.

Estaba tan fascinada por estos conceptos que estudiar bellas artes en la universidad me pareció el paso más natural que dar, así que al terminar la educación secundaria me apunté al grado de pintura de la Rhode Island School of Design. Recuerdo pensar que tal vez debería estudiar algo más “práctico”, como administración de empresas, pero tenía la convicción de que sería capaz de incorporar el arte a mi vida profesional. Visto en retrospectiva, creo que diseñar espacios y artículos para el hogar es como pintar paisajes. En el caso de los espacios, donde creamos algo a partir de la nada, debemos decidir qué colores utilizar para conseguir la atmósfera que buscamos y, como sucede con la pintura, los colores neutros son la base a partir de la cual podemos empezar a construir.

Tras graduarme en la Rhode Island School of Design comencé a diseñar productos para varias empresas, pero a medida que fue pasando el tiempo se despertó en mí el anhelo de crear piezas de arte para el hogar inspiradas en los paisajes de mi niñez, con las que fuese fácil convivir y que se prestaran a la superposición de colores. Quería crear paletas que captasen los tonos sobrios de Cape Cod y que permitieran a mis clientes llevar la belleza de la naturaleza al interior de sus hogares. Estaba convencida de que el producto debía tener un sello personal y me atraía la idea de controlar personalmente su fabricación. Así que pasé bastante tiempo reflexionando sobre mi historia personal, recopilando elementos de inspiración y centrándome en el proceso creativo, imaginando piezas que fuesen completamente diferentes a todo lo que había visto hasta entonces. En lugar de producir piezas que respondieran a las tendencias, quería crear objetos para el hogar que pudiesen conjuntarse para crear entornos bellos por sí mismos. He estudiado el color y nunca he dejado de ser alumna de la naturaleza y el arte, y me gustaría compartir con vosotros todos mis conocimientos en este libro.

 

Copyright del texto: su autora
Copyright de la edición: Editorial GG SL

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