“Siempre he detestado que digan que soy crítico de arte.” Así presenta John Berger esta antología completa de todos sus ensayos sobre artistas. Y ciertamente sería poco fiel a la realidad reducir a la categoría de crítico de arte a uno de los intelectuales europeos que no solo ha sabido diseccionar la obra plástica de tantos artistas, sino que ha aportado nuevos enfoques sobre la propia naturaleza del lenguaje visual y su papel en la cultura contemporánea.
Este es el primero de dos volúmenes donde por primera vez se recogen de forma exhaustiva todos los textos que John Berger dedicó a los artistas que le enseñaron y le inspiraron a través de sus vidas y sus obras. Compilados por Tom Overton a partir de los archivos que Berger donó aun en vida a la British Library, los textos de este primer volumen abarcan desde las pinturas prehistóricas de la cueva de Chauvet hasta el advenimiento de la modernidad con Paul Cezánne, mientras que los del segundo volumen incluyen ensayos que abarcan desde Claude Monet hasta Randa Mdah, una artista palestina nacida en 1983. De todos ellos se desprende la inconmensurable capacidad observadora y narrativa de Berger que durante décadas ha iluminado con nuevos sentidos y valores a distintas generaciones de lectores. Una obra rigurosa e imprescindible para conocer el legado de Berger.
Índice
Prólogo John Berger
Introducción Tom Overton
Los pintores de la cueva de Chauvet (hacia 30000 a. C.)
Los retratistas de El Fayum (siglos i-iii)
Piero della Francesca (hacia 1415-1492)
Antonello da Mesina (hacia 1430-1479)
Andrea Mantegna (1430/1431-1506)
Giovanni Bellini (hacia 1433-1516)
El Bosco (hacia 1450-1516)
Matthias Grünewald (hacia 1470-1528)
Alberto Durero (1471-1528)
Miguel Ángel (1475-1564)
Tiziano (1485/1490-1576)
Hans Holbein el Joven (1497/1498-1543)
Pieter Brueghel el Viejo (hacia 1525-1569)
Caravaggio (1571-1610)
Frans Hals (1582/1583-1666)
Diego Velázquez (1599-1660)
Rembrandt (1606-1669)
Willem Drost (1633-1659)
Jean-Antoine Watteau (1684-1721)
Francisco de Goya (1746-1828)
J. M. W. Turner (1775-1851)
Jean-Louis-André-Théodore Géricault (1791-1824)
Honoré Daumier (1808-1879)
Jean-François Millet (1814-1875)
Gustave Courbet (1819-1877)
Edgar Degas (1834-1917)
Ferdinand “Le Facteur” Cheval (1836-1924)
Paul Cézanne (1839-1906)
Origen de los textos
Texto del prólogo
Prólogo
Siempre he detestado que digan que soy crítico de arte. Es cierto que durante diez años, más o menos, escribí en prensa regularmente sobre temas relacionados con artistas, exposiciones privadas o públicas y museos, así que el término está justificado.
Pero en el ambiente en el que me formé a partir de la adolescencia, llamar a alguien crítico de arte era un insulto. Un crítico de arte era alguien que juzgaba y pontificaba sobre cosas sobre las que sabía un poco o directamente nada. Los críticos de arte no eran tan malos como los marchantes, pero eran unos pesados.
Aquel era un ambiente de pintores, escultores y artistas gráficos de todas las edades que luchaban por sobrevivir y por crear sus obras con un mínimo de publicidad, y sin aplauso alguno o justo reconocimiento. Eran astutos, se ponían unos listones muy altos, eran humildes; los maestros antiguos eran sus compañeros y se mostraban fraternalmente críticos unos con otros, pero les importaban un comino el mercado del arte y sus promotores. Muchos eran refugiados políticos y, por naturaleza, eran proscritos. Así eran los hombres y las mujeres que me enseñaron y me inspiraron.
Su inspiración me llevó a escribir intermitentemente sobre arte en el curso de mi larga vida de escritor. Pero ¿qué sucede cuando escribo —o intento escribir— sobre arte?
Después de haber contemplado una obra de arte, me voy del museo o de la galería de arte en la que estaba expuesta y entro, vacilante, en el estudio en el que fue creada. Allí aguardo con la esperanza de aprender algo de la historia de su creación. De las esperanzas, de las decisiones, de los errores, de los descubrimientos implícitos en esa historia. Hablo para mí, recuerdo el mundo exterior al estudio y me dirijo al artista a quien, tal vez, conozco, o quien puede llevar varios siglos muerto. A veces, algo de lo que hizo me responde. Nunca hay una conclusión. A veces surge un nuevo espacio que nos desconcierta a los dos. Y, también, a veces, se da una visión que nos deja boquiabiertos…, boquiabiertos como ante una revelación.
Son los lectores de mis textos quienes tienen que valorar el resultado de este planteamiento, de esta práctica. Yo no sabría decirlo. Siempre dudo. De una cosa, sin embargo, estoy seguro, y es mi agradecimiento a todos los artistas por su hospitalidad.
Las ilustraciones de este libro son todas en blanco y negro. Se ha hecho así porque en el mundo consumista de hoy día las brillantes reproducciones en color tienden a convertir lo que muestran en artículos de un catálogo de lujo para millonarios, mientras que las reproducciones en blanco y negro son sencillos recordatorios.
John Berger
24 de marzo de 2015
Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL