Después del éxito de Crochet moderno, Molla Mills vuelve a la carga para demostrarnos que el crochet es una de las técnicas craft más versátiles y prolíficas que existen. Desde un portalatas, un cartel, una pajarita, una bolsa para llevar el balón de futbol o un portatroncos, la diseñadora finlandesa es capaz de convertir en una increíble pieza cualquier idea que se le pase por la cabeza. Crochetterie implicó 14 meses de trabajo y 28 kilos de hilo. ¡Y aquí tienes el maravilloso resultado!
31 proyectos ¡también para hombres! que incluyen complementos del hogar, accesorios de moda y todo tipo de ingeniosos objetos la mar de útiles
Patrones gráficos y patrones textuales con abreviaturas para entender visualmente cada pieza y poder realizarla punto a punto. Y, como siempre, las técnicas básicas de ganchillo
Fotografías paso a paso y en color para elaborar todos los acabados
¡Off crochet! Con un apéndice para aprender a fabricar tu propio ganchillo de madera y técnicas de relajación y estiramientos para antes de ponerte manos a la obra
Introducción
Abreviaturas y niveles de dificultad
Herramientas
Ganchillos
HOGAR
Cojín transportable
Cesto de almacenaje
Portatroncos
Alfombra de embarcadero
Alfombra de cuadros
Alfombra estampada
Cartel
Funda para altavoz
Cartel de banda
ROPA
Jersey de viajero
Bolsillo ancla
Mitones
Cuello cálido
Pajarita
Zapatillas
Bombín
Bufanda de camiseta
VIAJES
Bolsa para el pasaporte
Bolsa de bicicleta
Neceser
Bolsa con ancla
Portalatas
Bolsa folk
Mochila de leñador
EQUIPO
Cadena de hilo
Correa para skateboard
Bolsa de fútbol
Banderola
Espejo de viaje
Bolsa para esterilla
Juego de abejas
INSTRUCCIONES BÁSICAS
Posición de mano y nudo deslizado
Punto de cadeneta y ganchillo con los dedos
Punto bajo en ida y vuelta
Punto bajo en tubo
Punto alto o pilares en ida y vuelta
Punto alto o pilares en tubo
Cambio de color: punto bajo
Cambio de color: punto alto
Punto raso
Coser costuras a mano
Superficie de pilares de dos colores en tubo
Superficie de pilares de dos colores en ida y vuelta
Ganchillo canalé
Ganchillo píxel
Hilos utilizados en este libro
MANTENIMIENTO
Tallar un ganchillo
Estiramientos para tejedores
Otros materiales utilizados en este libro
Agradecimientos
Texto de la introducción
Introducción
Crochetterie es el siguiente de una serie de libros de instrucciones de ganchillo. El primero nació hace cinco años durante mis estudios en la Escuela de Arte y Diseño. Desde entonces, este proyecto inicial ha crecido muchísimo, con libros en siete idiomas a día de hoy. Esta afición se ha convertido en una carrera que me apasiona, y ahora puedo afirmar que me siento feliz de ser una profesional del ganchillo. No esperaba que este fuera mi camino, pero si haces algo bien, quieres mostrárselo al mundo, y no creo que valga la pena ir en contra de tu pasión. Decidí darle la espalda al sentido común y lanzarme a por ello.
Cuando les conté a mis amigos que quería crear un libro de instrucciones de ganchillo atractivo para hombres, su primera reacción fue de escepticismo. Dudaron de que a los hombres pudiera entusiasmarles el ganchillo. Por qué no, pensé yo. Técnicamente hablando, el ganchillo es preciso, como los estudios de un ingeniero, y requiere una cuidadosa atención respecto a la obtención de los materiales, el cálculo de la resistencia y la elección del color. En Finlandia, durante mucho tiempo el ganchillo ha sido una afición popular entre los chicos, y muchos de ellos han exhibido orgullosos sus gorras de punto. También he tenido participantes masculinos en mis seminarios de ganchillo; aunque eran pocos, esto no reducía su entusiasmo.
El ganchillo es apto para todos, y disfrutar de él es una buena manera de mejorar el estado de ánimo. Asimismo, es importante dominar la técnica desde el principio. Por supuesto, a veces tendrás que deshacer la labor y empezar de nuevo, pero recuerda que cada nueva versión será mejor que la anterior. La práctica requiere paciencia, algo con lo que hasta los profesionales tienen que luchar. Por lo tanto, prepárate. Probablemente será más complicado que preocuparte por si tus puntos están demasiado sueltos.
Empecé a trabajar en el libro a principios del invierno de 2014 con unas expectativas optimistas sobre nuevas conquistas territoriales. En primer lugar, conseguí un buen cuaderno: un A5 de tapas duras con 128 páginas de papel reciclado. Tuve en cuenta hasta el más mínimo detalle. La libreta empezó a llenarse con ideas y cartas de colores, y las páginas fueron garabateadas con detalles de contactos, consejos de amigos y momentos sorprendentes, como aquel momento en el que vi a un hombre muy atractivo que llevaba un fabuloso jersey en la caja del supermercado. Las ideas se escapan rápidamente, así que necesitaba captarlas al vuelo. Aún no había actualizado mi viejo Nokia a un modelo más inteligente, así que mis ideas parecían tomar forma cuando las describía a mano.
A mediados de junio, de camino a mis vacaciones, el último tramo de un viaje de seis horas en autobús me lo pasé en una ciudad de playa del este de Europa terminando la bolsa folk en blanco y negro. El resultado fue genial, y me alegré, a nuestra tranquila manera finlandesa, porque había logrado uno de los proyectos del libro. Además, pronto llegaría a las costas del mar Negro y tenía por delante cinco semanas para tomar el sol, recopilar ideas en mi libreta y participar en algo de ganchillo ligero. Pero al final de mi viaje en autobús, mi estado de ánimo cambió. Mi cuaderno de notas y bocetos... ¡había desaparecido! Alguien debió confundirse y tomó por suya mi bolsa del portátil con las iniciales MM estampadas... Mi querido cuaderno desapareció junto con mi ordenador. Perdí la esperanza por completo... Todas mis ideas se habían perdido, ¡el contenido de mi libro!
Destrozada, anduve por el soleado bulevar preguntándome si era una señal de que debía olvidarme de aquel proyecto. Mis amigos trataron de ayudarme, y me animaron a comprarme otro ordenador. Pero no entendieron que, para mí, lo valioso de la bolsa no era el portátil, sino mi cuaderno. Lo único bueno del ordenador era el sistema de altavoces Bang & Olufsen, el portátil se calentaba muchísimo con el uso.
Entré en la tienda de bellas artes local y elegí papeles y rotuladores. Intenté sonreír amablemente al guapo vendedor, pero solo logré esbozar una mueca manchada de lágrimas. ¿Cómo podría recuperar mis ideas? ¿Por dónde empezar? Imaginarme a alguien tirando mi cuaderno a la papelera, como si fuese algo sin valor, me hizo estremecer de la cabeza a los pies. Tenía ganas de gritar. Me contuve y, después de pasar por caja, salí de allí con tres rotuladores negros y una libreta de tamaño A5 con tapas negras y gruesas páginas blancas.
Anduve hasta la playa y elegí lo que parecía ser la mejor mesa de un restaurante elegante. Un gran buque mercante estaba anclado en el horizonte, del tipo que navega por el mar Negro transportando mercancías de un país a otro. La proa señalaba el Bósforo. Mis pensamientos se dejaron llevar por el mar hacia los coloridos bazares y barrios de artesanía de Estambul, donde hombres y mujeres se sientan tejiendo tapices y bordando tejidos. Recordé un viaje a Tryavna, en Bulgaria, y me vinieron a la mente los artesanos locales que teñían pieles o esculpían tallos de madera en sus talleres; todos hombres. Pensé en los demás artesanos de la ciudad que tejían, cosían, construían y tallaban. De nuevo, eran hombres. Pensé entonces en mi padre, quien me enseñó a trabajar la madera y le construyó a mi madre un telar... En ese momento, tomé la decisión de no renunciar a mi proyecto y terminar el libro, pasara lo que pasara.
Garabateé centenares de nuevas ideas en las primeras páginas de mi cuaderno recién estrenado, y en la cubierta interior añadí: “Si lo encuentras, por favor, devuélvemelo”, junto con mi dirección de correo electrónico. Cuando volví a Finlandia, las cubiertas del cuaderno colgaban y las páginas contenían 185 nuevas ideas.
Los meses posteriores a mi vuelta los pasé tejiendo en mi cuarto de trabajo. Las instrucciones de ganchillo no nacen en el primer intento, sino que la idea se refina a través de la práctica: no te creerías la cantidad de piezas de muestra que se pueden llegar a encontrar en mis cajones. El cuello cálido (página 88) al principio era un sombrero de lana, la bolsa de fútbol (página 196) era una trampa de pescador, y el jersey de viajero (página 74) lo tejí dos veces de principio a fin. La primera vez el jersey era tan ancho de hombros que, para que me quedase bien, hubiera tenido que llevar debajo un equipo de fútbol americano. Al final quedó tan ajustado que usé esas instrucciones para mi top rojo y para el vestido veraniego de mi sobrinita. ¡Un buen conjunto de instrucciones desembocó en muchas!
En la foto de la página anterior, se me ve concentrada cosiendo una bolsa con ancla que nunca llegó a entrar en el libro. En su lugar, hice un diseño nuevo y mejor, sustituyendo el ancla gris por una roja, pues podía verse desde lejos. El motivo de esta bolsa de ancla es un recuerdo de los problemas que pueden afectar a cualquier proyecto. Me pide que recuerde la importancia de mi trabajo, que a veces puede olvidarse entre la vorágine. Cambié mi día a día de trabajo fijo por la inseguridad de ser una artesana profesional, y sigo en este camino. El viaje puede estar lleno de tormentas, pero siempre aparece el sol por el horizonte en calma.
En cuanto al almacenamiento de ideas y bocetos, sigo usando el cuaderno y lo escribo todo a mano. Pero ahora saco fotos de las páginas y las guardo en la memoria de mi nuevo smartphone.
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Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL