Palabras Nacidas del Humo
(Eva Lamarca, Vanity Fair, 09/2011)
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Manhattan es el escenario donde se representa el último acto de la civilización occidental.
Con la explosión demográfica y la invasión de las nuevas tecnologías, Manhattan se ha convertido, desde mediados del siglo XIX, en el laboratorio de una nueva cultura, la de la congestión; una isla mítica donde se hace realidad el inconsciente colectivo de un nuevo modo de vida metropolitano, una fábrica de lo artificial donde lo natural y lo real han dejado de existir.
Delirio de Nueva York es un 'manifiesto retroactivo', una interpretación de la teoría no formulada que subyace en el desarrollo de Manhattan; es el relato de las intrigas de un urbanismo que, desde sus inicios en Coney Island hasta los teóricos del rascacielos, ha hecho explotar su retícula de origen.
Este libro, polémico y premonitorio (publicado originariamente en 1978), ilustra las relaciones entre un universo metropolitano mutante y la singular arquitectura que puede producir; y afirma también que, con frecuencia, la arquitectura genera la cultura.
Índice de contenidos: Introducción Prehistoria Coney Island: la tecnología de lo fantástico La doble vida de la utopía: el rascacielos La frontera en el cielo Los teóricos del rascacielos Las vidas de una manzana: el hotel Waldorf-Astoria y el edificio Empire State Inestabilidad definitiva: el Downtown Athletic Club Qué perfecta puede ser la perfección: la creación del Rockefeller Center El talento de Raymond Hood Todos los Rockefeller Centers Radio City Music Hall: la diversión nunca acaba El Kremlin en la Quinta Avenida Dos posdatas ¡Europeos, cuidado! Dalí y Le Corbusier conquistan Nueva York Post mórtem Apéndice: una conclusión ficticia La ‘Ciudad del globo cautivo’ (1972) Hotel Esfinge (1975-1976) La nueva Welfare Island (1975-1976) Hotel Welfare Palace (1976) El cuento de la piscina (1977) Notas Agradecimientos Créditos |
MANIFIESTO
¿Cómo escribir un manifiesto —sobre una forma de urbanismo para el último cuarto del siglo XX— en una época hastiada de ellos? La funesta debilidad de los manifiestos es su inherente falta de pruebas. El problema de Manhattan es todo lo contrario: es una montaña de pruebas sin manifiesto. Este libro se concibió en la intersección de estas dos observaciones: se trata de un manifiesto retroactivo para Manhattan. Manhattan es la piedra Roseta del siglo XX. No sólo buena parte de su superficie está ocupada por mutaciones arquitectónicas (Central Park o los rascacielos), fragmentos utópicos (el Rockefeller Center o el edificio de la ONU) y fenómenos irracionales (el Radio City Music Hall), sino que además cada manzana está cubierta con varios estratos de arquitectura fantasma en forma de antiguos ocupantes, proyectos abortados y fantasías populares, que proporcionan imágenes alternativas a la Nueva York que existe. Especialmente entre 1890 y 1940, una nueva cultura (¿la “era de la máquina”?) eligió como laboratorio Manhattan: una isla mítica donde la invención y la puesta a prueba de un modo de vida metropolitano y su consiguiente arquitectura podían aplicarse como un experimento colectivo en el que la ciudad entera se convertía en una fábrica de experiencia artificial, donde lo real y lo natural dejaban de existir. Este libro es una interpretación de ese Manhattan que confiere a sus episodios aparentemente discontinuos, incluso irreconciliables, cierto grado de consistencia y coherencia; una interpretación que pretende reconocer Manhattan como el producto de una teoría no formulada, el manhattanismo, cuyo programa (existir en un mundo totalmente inventado por el hombre, es decir, vivir dentro de la fantasía) era tan ambicioso que, para hacerse realidad, nunca podía enunciarse abiertamente. ÉXTASIS Si Manhattan todavía está buscando una teoría, esta teoría, una vez identificada, debería aportar la fórmula de una arquitectura que sea al mismo tiempo ambiciosa y popular. Manhattan ha generado una arquitectura desinhibida a la que se ha amado de manera directamente proporcional a su desafiante falta de aversión por sí misma, y a la que se ha respetado exactamente en la medida en que ha ido demasiado lejos. Manhattan ha inspirado sistemáticamente en sus espectadores un éxtasis ante la arquitectura. Pese a ello —o tal vez debido a ello—, sus prestaciones y sus implicaciones han sido sistemáticamente desatendidas e incluso ocultadas por la profesión arquitectónica. DENSIDAD El manhattanismo es la única ideología urbanística que se ha alimentado, desde su concepción, de los esplendores y las miserias de la condición metropolitana (la hiperdensidad) sin perder ni una sola vez su fe en ella como fundamento de una deseable cultura moderna. La arquitectura de Manhattan es un paradigma para la explotación de la congestión. La formulación retroactiva del programa de Manhattan es una operación polémica. Tal formulación revela varias estrategias, teoremas y adelantos que no sólo proporcionan una lógica y un modelo al rendimiento de la ciudad en el pasado, sino que su continua validez es en sí misma un argumento en favor del segundo advenimiento del manhattanismo, esta vez como una doctrina explícita que puede superar los límites de la isla donde tuvo su origen para reivindicar un puesto entre los urbanismos contemporáneos. Con Manhattan como ejemplo, este libro es un plan para una "cultura de la congestión". PLAN Un plan no predice las fisuras que se producirán en el futuro, sino que describe un estado ideal al que sólo podemos aproximarnos. Del mismo modo, este libro describe un Manhattan teórico, un Manhattan como conjetura, del que la ciudad actual es una realización imperfecta y de compromiso. De todos los episodios del urbanismo de Manhattan, este libro aísla tan sólo esos momentos en los que el plan resulta más visible y más convincente; debería leerse —e inevitablemente se leerá— en contraste con el torrente de análisis negativos que emanan de Manhattan sobre sí mismo y que lo han consagrado decididamente como la capital de la crisis perpetua. Sólo mediante la reconstrucción especulativa de un Manhattan perfecto pueden interpretarse sus monumentales éxitos y fracasos. BLOQUES En cuanto a su estructura, este libro es un simulacro de la retícula de Manhattan: una colección de manzanas o bloques cuya proximidad y yuxtaposición refuerzan sus significados dispares. Los primeros cuatro bloques ("Coney Island", "El rascacielos", "El Rockefeller Center" y "Los europeos") describen las permutaciones del manhattanismo como una doctrina tácita más que explícita. Estos bloques muestran el avance (y el subsiguiente declive) de esa determinación de Manhattan de llevar su territorio tan lejos de lo natural como fuese humanamente posible. El quinto bloque (el apéndice) es una secuencia de proyectos arquitectónicos que solidifica el manhattanismo en una doctrina explícita y que resuelve su transición desde una producción arquitectónica inconsciente hasta una fase consciente. NEGRO Las estrellas de cine que han llevado una vida llena de aventuras son a menudo demasiado egocéntricas como para descubrir pautas, demasiado incapaces de expresar intenciones, demasiado impacientes para anotar o recordar acontecimientos. Los “negros”, escritores en la sombra, lo hacen por ellos. Del mismo modo, yo he sido el negro de Manhattan. (Con la complicación añadida —como se verá— de que mi fuente y mi tema cayeron en una senilidad prematura antes de que su “vida” estuviese completa. Por eso tuve que aportar mi propio final). |
(Eva Lamarca, Vanity Fair, 09/2011)
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