Publicado originariamente en 1996, Los ojos de la piel se ha convertido en un referente indiscutible de la teoría de la arquitectura. Este magnífico ensayo nace de la preocupación de Juhani Pallasmaa por el creciente predominio del sentido de la vista en la reflexión en torno a la arquitectura, un fenómeno que ha silenciado el papel de las otras cualidades sensoriales y empobrecido nuestra concepción y experiencia del espacio construido.
Esta nueva edición incluye, además del iluminador prefacio del arquitecto Steven Holl, un nuevo prólogo del autor que nos permite entender la evolución de su pensamiento y las razones por las que esta obra es hoy un clásico de la teoría arquitectónica contemporánea.
Prólogo a la tercera edición
Juhani Pallasmaa
Prefacio
Hielo fino. Steven Holl
Introducción
Tocar el mundo. Juhani Pallasmaa
Parte primera
Visión y conocimiento
Crítica al ocularcentrismo
El ojo narcisista y nihilista
Espacio oral versus espacio visual
Arquitectura retiniana y la pérdida de la plasticidad
Una arquitectura de imágenes visuales
Materialidad y tiempo
El rechazo de la ventana de Alberti
Una nueva visión y el equilibrio sensorial
Parte segunda
El cuerpo en el centro
Experiencia multisensorial
El significado de la sombra
Intimidad acústica
Silencio, tiempo y soledad
Espacios del olfato
La forma del tacto
El sabor de la piedra
Imágenes de músculo y hueso
Imágenes de acción
Identificación corporal
Mímesis del cuerpo
Espacios de memoria e imaginación
Una arquitectura de los sentidos
El cometido de la arquitectura
Créditos de las ilustraciones
Prólogo a la tercera edición
Los ojos de la piel, publicado originalmente por Academy Editions (Londres, 1996), fue mi primer libro en inglés. Encargado por la editorial londinense John Wiley & Sons para su nueva colección Polemics, se publicó junto a otros títulos de Arata Isozaki y Robert Maxwell.
El libro consta de dos partes, un ensayo reelaborado, “An Architecture of the Seven Senses” [“Una arquitectura de los siete sentidos”] —escrito en 1994 para el libro de Steven Holl, Alberto Pérez-Gómez y yo mismo Questions of Perception— y mi conferencia impartida en el simposio “Cuestiones de percepción” celebrado en la Real Academia de Bellas Artes de Copenhague en 1995, donde los tres autores del libro citado también dimos sendas conferencias. Para mi sorpresa, mi libro se convirtió rápidamente en un libro de texto en las escuelas de arquitectura de todo el mundo y, desde entonces, ha sido traducido a varios idiomas, incluidos el farsi, el coreano y el chino.
Este libro se centraba en mi interés por el significado de los sentidos, la realidad multisensorial y los significados de la experiencia y el espacio existencial. También en él me interesaba por la filosofía fenomenológica, primero a través de los escritos de Gaston Bachelard y, algo más tarde, por los de Maurice Merleau-Ponty. A Los ojos de la piel le siguieron La mano que piensa (Willey, Londres, 2009; versión castellana publicada por Editorial GG, Barcelona, 2012), y La imagen corpórea (Willey, Londres, 2011; versión castellana publicada por Editorial GG, Barcelona, 2014), que juntos constituyen una especie de trilogía.
Hasta el día de hoy, he publicado setenta libros, que en su mayoría se dedican a temas de la visión fenomenológica y experiencial de las artes, la arquitectura y el espacio existencial. Uno de mis libros favoritos es The Architecture of Image: Existential Space in Cinema (Rakennustieto, Helsinki, 2001), que explora el terreno experiencial compartido de la arquitectura y el cine. También he desarrollado un interés por las interacciones entre la neurociencia y la arquitectura, como lo ejemplifica el libro que coedité junto a Sarah Robinson Mind in Architecture: Neuroscience, Embodiment and the Future of Design (The MIT Press, Cambridge [Mass.], 2015), y la historicidad biológica humana y la ecología cultural. Durante los últimos veinticinco años me he aproximado a la arquitectura desde diferentes puntos de vista con el fin de adentrarme y comprender este fenómeno más allá de sus estrechas dimensiones profesionalistas actuales. Sin embargo, nunca he tenido idea alguna del tema de mi próximo libro cuando estaba acabando el último que estaba escribiendo.
Desde un punto de vista filosófico, la arquitectura es uno de los quehaceres humanos más complejos, pues simultáneamente es el medio y el fin, una estructura utilitaria y una confesión personal, racionalidad y experiencia emotiva, y una convicción de sus cualidades estéticas y éticas. Durante la última década, me he distanciado de las dimensiones profesionalistas de la arquitectura (cerré mi estudio de arquitecto en 2011) en mi intento de ver el arte de construir en un contexto histórico, cultural, mental, existencial y biológico más amplio. Aunque ya no proyecto, siento profundamente que sigo trabajando en arquitectura; no teorizo sobre ella, sino que informo sobre lo que veo, siento y pienso del arte de construir.
Nuestra relación con el mundo está resultando ser mucho más compleja de lo que creíamos. En términos visuales, pensamos en la imagen proyectada sobre la superficie de la retina, pero apenas sabemos que nuestra percepción avanza a través de tres ondas neuronales (movimiento, color y forma) separadas entre sí por veinte milisegundos. La imagen es finalmente un producto de nuestro cerebro y de nuestro sistema nervioso, no del ojo, que solo es un mediador en el proceso. El título de un libro del filósofo Alva Noë cuestiona si el mundo es solo una ilusión, y vale la pena reflexionar sobre ello.
Todavía pensamos en los cinco sentidos que estableció Aristóteles hace más de dos milenios, pero una investigación reciente sugiere que tenemos más de treinta sistemas sensoriales mediante los cuales nos relacionamos e interactuamos con el mundo. El hecho biológico de que tenemos entre 1,5 y 1,8 kilos de bacterias en nuestros intestinos también resulta estimulante. De hecho, tenemos más ADN bacteriano que humano. Este universo bacteriano es nuestro “segundo cerebro” que gestiona los procesos metabólicos entre nuestro mundo intestinal y el mundo exterior, casi totalmente fuera de nuestra conciencia.
Mis intereses han pasado desde los sentidos aislados hasta sus interacciones y nuestra realidad vivida multisensorial. Los sentidos humanos se han estudiado principalmente uno por uno, aislados del resto y en condiciones de laboratorio, en lugar de en las complejidades de las situaciones de la vida real. Un hecho fundamental es que nuestros sentidos interactúan de manera constante e inconsciente. La visión desapegada nos convierte en extraños y observadores, mientras que la interacción de los sentidos hace que nos experimentemos a nosotros mismos como partícipes de “la carne del mundo”, por emplear una noción de Maurice Merleau-Ponty. En mi pensamiento actual, el sentido más importante de la experiencia arquitectónica es nuestro sentido existencial, el sentido integrado de la realidad y de nuestra experiencia de estar en el mundo. Es este sentido existencial complejo el que organiza, media y articula la arquitectura. Como sostenía tan convincentemente el filósofo John Dewey en su fundamental libro El arte como experiencia (1934), todos los fenómenos artísticos se basan en la experiencia personal. Nuestras experiencias individuales únicas dan a nuestros procesos sensoriales su valor, significado y autoridad. Como decía el poeta John Keats (1795-1821): “Nada se vuelve real hasta que no se experimenta”.
Juhani Pallasmaa
Helsinki, 25 de noviembre de 2021
Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial GG SL