Proyecto y pasión

Un libro de Enzo Mari

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Enzo Mari, uno de los diseñadores italianos más importantes del siglo xx y de mayor proyección internacional, tiene tanto de diseñador y artista como de pensador y agitador cultural. La vinculación entre ética y diseño ha sido uno de los ejes que han marcado su trayectoria como creador y este es precisamente el binomio que subyace en Proyecto y pasión, un libro que reflexiona sobre la tarea de proyectar como ejercicio creativo consciente y de consecuencias éticas.

Con una prosa vibrante y la voz propia de un maestro, en estas páginas Mari nos habla de artesanos, utopías, empresarios, aprendizajes, bienes de consumo, poéticas del diseño… y nos regala, en realidad, una punzante reflexión que enlaza magistralmente técnica y cultura e ilumina muchos de los sentidos de cualquier actividad proyectual.

 

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Descripción técnica del libro:

16 x 23,5 cm
192 páginas
Español
ISBN/EAN: 9788425233159
Rústica
2021
Descripción
Descripción

Detalles

Enzo Mari, uno de los diseñadores italianos más importantes del siglo xx y de mayor proyección internacional, tiene tanto de diseñador y artista como de pensador y agitador cultural. La vinculación entre ética y diseño ha sido uno de los ejes que han marcado su trayectoria como creador y este es precisamente el binomio que subyace en Proyecto y pasión, un libro que reflexiona sobre la tarea de proyectar como ejercicio creativo consciente y de consecuencias éticas.

Con una prosa vibrante y la voz propia de un maestro, en estas páginas Mari nos habla de artesanos, utopías, empresarios, aprendizajes, bienes de consumo, poéticas del diseño… y nos regala, en realidad, una punzante reflexión que enlaza magistralmente técnica y cultura e ilumina muchos de los sentidos de cualquier actividad proyectual.

 

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Enzo Mari (1932-2020), diseñador industrial, artista y pensador, se formó en literatura y arte en la Academia de Bellas Artes de Brera. Al finalizar sus estudios, se introdujo en el sector emergente del diseño industrial y, desde su primera creación en 1957, llegó a idear cerca de 1.500 objetos. Su labor como diseñador fue siempre acompañada de la reflexión en torno al diseño. Consciente de la necesidad de influir en la cultura de masas con un proyecto global de calidad, publicó el tan celebrado libro ¿Autoproyectos? (1974),  una invitación a los usuarios a construir sus muebles y tomar conciencia de la labor proyectual.

Índice de contenidos
Índice de contenidos

ÍNDICE

 

Una historia a golpe de hacha
Tres acontecimientos
La idea del “buen proyecto”

Tres horizontes
Horizonte de la expresión
Horizonte de las ciencias naturales
Horizonte de las relaciones productivas

Necesidades y necesidades
El grupo social que expresa la necesidad
Los vendedores
Los empresarios
Los técnicos y los trabajadores
Los comunicadores
Los proyectistas

La metodología natural
Proyecto propio y proyecto impropio
Relación entre investigación y proyecto
Relación entre la parte y el todo

Varias sugerencias a un estudiante
Describe la habitación
La escritura cursiva
Sé, no sé
Elementos de la investigación
Homeóstasis
¿Qué quieres?
Los únicos maestros
El book personal

Lee un fragmento
Lee un fragmento

PRÓLOGO

 

¿Por qué estas notas sobre el proyecto?

La verdadera cuestión era y sigue siendo “qué hacer” con mi vida o, mejor dicho, con nuestra vida.

La calidad de vida, al menos en lo que se refiere a los aspectos que podemos determinar, se basa, sobre todo, en la calidad del trabajo que realizamos cada uno de nosotros.

Podemos imaginar un grado de calidad más elevado cuanto mayor es la proyectualidad del trabajo. Con ello no me refiero a las libertades proyectuales elitistas o afortunadas; me refiero —con un grado de proyectualidad— a poder tomar decisiones, incluso mínimas, a la hora de realizar el propio trabajo (y vivir la propia vida).

A partir de ahí se llega a una obviedad existencial: trabajo como alienación o como transformación. Dicha obviedad dificulta, precisamente, la posibilidad de delinear una teoría no reductiva del proyecto.

Consciente de la dificultad de afrontar con medios modestos la problemática del proyecto abierto a la globalidad —pues de eso se trata—, escribo estas notas teniendo bien presente la diferencia entre proposiciones de carácter científico y de carácter prescriptivo.

La palabra “proyecto” abarca múltiples prácticas de trabajo. Además, podemos decir que incluye todas en el momento en que cada práctica específica busca “otras” soluciones, o, con mayor frecuencia, trata de optimizar sus normas o finalidades. Es el caso, por ejemplo, del “proyecto de una ciudad o de una cuchara”, pero también del proyecto de un código legislativo o uno lingüístico.

Todas estas prácticas de trabajo, que a menudo son muy diferentes, no permiten profundizar de forma unitaria en las implicaciones del proyecto, salvo en condiciones de afirmaciones genéricamente esquemáticas.

Mi práctica, destinada a definir la calidad formal de los productos industriales en sintonía con mi formación —la artística—, se presta quizá a ser un punto de referencia globalizador. La calidad formal, en caso de que se alcance, implica siempre —como veremos en el capítulo dedicado a la “metodología natural”— la participación de todo lo que nos concierne o nos podría concernir. Por otra parte, es precisamente esa tensión hacia la globalidad, sobre todo en el campo de la cultura industrial, la que ha incrementado la redundancia en los valores, en los objetivos y en los tipos, algo que influye en los proyectistas de la forma. Quizá ninguna otra disciplina esté contaminada por una confusión de tal entidad, pero de este exceso nace precisamente el estímulo de encontrar el hilo rojo que impida el embotamiento de la redundancia. En este sentido, en los siguientes capítulos trataré de articular los fragmentos de conocimiento que me parecen incontestables (algunos muy obvios, pero necesarios como referencia, otros puede que lo sean menos) dentro de un marco de referencia.

Adelanto ya que no intentaré dar una nueva definición ni proponer una antología como las que ya se han empleado a la hora de cualificar una “profesión”. Quizá este sea el origen de la redundancia: resolver contradicciones con frecuencia irremediables con el único objetivo de legitimar un trabajo, por necesario que sea.

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