Sumérgete en el irresistible placer de pintar con gouache con estos 50 bellos proyectos inspirados en la naturaleza.
La artista Hannah Podbury te acompaña en esta iniciación a la pintura de hojas, plantas, flores y setas, y lo hace de un modo relajante, libre y divertido.
En este fresco manual de pintura, todos los proyectos están pensados para que puedas hacerlos en no más de seis pasos, e incluye páginas para practicar, plantillas, muestras de colores y un sinfín de trucos para que pintar deje de ser algo fuera de tu alcance.
Deja atrás el miedo a la página en blanco y encuentra la inspiración que necesitas para dar rienda suelta a tu creatividad y lanzarte a pintar libremente.
Para empezar
07 introducción
10 útiles y materiales
14 historia del color
16 dibujar
Los proyectos
18 hoja de begonia
22 nomeolvides
26 planta china del dinero
30 helecho común
34 flores silvestres
38 mimosa
42 muscari
46 hojas jaspeadas
50 equinácea
56 dedalera
60 fritilaria
64 hoja de sauce llorón
68 chumbera
72 amanita muscaria
76 concha de almeja
80 hierba con flores silvestres
84 hojas de monstera
88 eucalipto
92 follaje del bosque
96 campanilla de invierno
100 cardo
104 perifollo verde
110 hojas de singonio
114 erizo de mar
118 setas del bosque
122 hierba con trigo
126 briznas de hierba
130 hierba con espadañas
134 hierba con dientes de león
138 pino
142 ranúnculos
146 caracola
150 helecho culantrillo
156 narciso
160 colocasia
164 cactus erizo
168 berros de agua
172 flores de manzano silvestre
176 cosmos
180 saguaro
184 violetas
188 guisante de olor
192 amapola
196 hojas de calatea
200 castaño de indias
204 glicinia
208 hoja otoñal
212 naranjo
216 nenúfar
220 ramita con hojas
Recursos útiles
224 plantillas
238 acerca de la autora
238 agradecimientos
Hola y bienvenida
Me llamo Hannah Podbury, vivo en el Reino Unido y soy gestora de redes sociales y artista del gouache.
Por lo general, me presento antes como gestora de redes sociales que como artista, porque no empecé a pintar hasta el verano de 2010, así que autocalificarme de artista todavía se me hace muy raro.
Como le pasó a tantísima gente durante la pandemia, cada vez me iba poniendo más nerviosa y empecé a preguntarme cómo iba a hacer para mantener a flote mi pequeño negocio. A mi pareja la despidieron a las dos semanas y las primeras incursiones que hice en el mundo del trabajo freelance me dieron una tremenda impresión de inestabilidad.
Tras unas cuantas semanas de confinamiento, como es natural, esperaba ansiosa la hora diaria en la que nos dejaban salir para hacer ejercicio. Aquellos sesenta minutos de consuelo acabaron llevándome a coger un pincel y empezar a documentar las maravillas que observaba en mis paseos.
Siempre me he encontrado como en casa en plena naturaleza, pero fue el haber estado encerrada durante el confinamiento lo que de verdad me hizo apreciar el tiempo que pasaba a la intemperie. Empecé a percatarme hasta de la más minúscula hoja que iba brotando y de los leves cambios entre las estaciones. Mi entorno más cercano —no solo el bosque, los prados y los hermosos setos, sino también las flores silvestres y las amapolas que se abrían paso en las grietas de la acera o la hiedra que cubría un edificio en ruinas— se volvió de repente tan interesante y hermoso que no pude evitar empezar a pintarlo.
Al principio pintaba con los materiales que tenía por casa, sin darle más vueltas. Me apañé un tiempo con unos viejos tubos de pintura acrílica medio seca y unos pinceles despuntados que parecía que nunca se hubieran lavado, hasta que conseguí hacer un pedido de unos cuantos colores básicos de gouache y un cuaderno diminuto. Lo demás, como se suele decir, ya es historia.
Cuando llevaba un tiempo pintando, empecé un reto de pintura de cien días, en formato de dobles páginas de mi pequeño cuaderno, y compartí mis trabajos con mi reducida comunidad de Instagram. Desde entonces, más y más gente se ha ido uniendo a esta aventura mía, y me han empezado a preguntar sobre la manera de iniciarse en el gouache, así que estoy encantada de tener esta oportunidad para compartir todo lo que he aprendido hasta ahora. Confío en que esto te inspire también a coger el pincel.
He llegado a amar la faceta meditativa de la pintura. Es un ratito diario que me dedico a mí misma, no solo como momento de descanso, sino también como un tiempo en el que desarrollar mi creatividad y poner a prueba mis capacidades artísticas.
En mi opinión, no hay «arte malo» que valga. Todos somos seres creativos y todos tenemos algo que aportar al mundo del arte, ya seamos pintores avezados o completos principiantes. No hay una manera correcta ni incorrecta de pintar. De hecho, los «errores» (si es que existe tal cosa) contribuyen a perfeccionar nuestras habilidades y nos ayudan a afinar nuestro estilo propio. Opino que la mejor manera de desarrollar cualquier talento artístico consiste en experimentar y trabajar con nuestras imperfecciones. Mi intención es animarte a que te sueltes creativamente y a que les imprimas a tus obras artísticas tu estilo personal.
En este libro encontrarás 50 proyectos inspirados en la naturaleza que pueden pintarse en un máximo de seis pasos. Están concebidos para poder terminarlos en unos quince minutos, pero con flexibilidad para que les dediques a cada uno el tiempo que quieras; queda todo a tu antojo y a cómo te sientas en cada momento.
Yo oscilo entre una pintura más fotorrealista y un estilo más ilustrativo, así que los proyectos reflejan un poco ambas maneras de pintar. Piensa que alrededor del setenta por ciento de los trabajos que vas a hacer aquí también los he pintado yo por primera vez, por lo que este cuaderno no es solo un viaje creativo para ti, también lo ha sido para mí.
Cada proyecto tiene sus páginas de práctica y sus plantillas para que se te quite cualquier miedo que puedas tener a la página en blanco. Además, he incluido muestras de color para guiarte en la mezcla de colores. Recuerda que este es TU cuaderno, así que mánchalo de pintura cuanto quieras, dibuja en los márgenes, anota cosas si te apetece y, sobre todo, ¡disfruta!
Útiles y materiales
Cuando empecé a pintar, usé los materiales que tenía por casa: unos tubos de acrílico y gouache de mi época universitaria, unos pinceles viejos y un plato a modo de paleta. Desde entonces, he invertido en materiales de pintura de varias marcas que se han convertido en mis indispensables y que he usado profusamente en este libro.
Si no dispones de las mismas marcas y colores que he usado aquí, no te preocupes. Vamos a trabajar sobre todo con colores primarios (con la excepción de algunos tonos de verde), y se pueden obtener colores muy parecidos a base de mezclas. En el apartado «Historia del color» (pág. 14) te explico cómo hacerlo.
Ya desde mis primeros experimentos con el gouache me di cuenta de que esta era mi técnica. A veces se le llama «acuarela opaca», pero a mí me gusta definirla como una técnica que está a caballo entre la acuarela y el acrílico. Como la acuarela, se puede diluir y aplicarse en forma de lavados tenues. Pero, si lo mezclas con menos agua (que es como suelo usarlo yo), se torna más opaco y permite pintar por capas, de más claras a más oscuras o, al revés, de más oscuras a más claras.
Como el gouache se puede aplicar por capas, es mucho menos exigente que la acuarela, por lo que resulta ideal para quienes se inician o tienen miedo a «equivocarse». No obstante, cabe señalar que, a diferencia de los acrílicos, el gouache es «redisoluble», es decir, que, si le vuelves a añadir agua, se reactiva. Por eso mismo es importante dejar que se seque entre la aplicación de una capa y otra para evitar que la pintura se emborrone. La intensidad o valor del gouache también varía de seco a húmedo —normalmente, los tonos claros se oscurecen al secarse y los oscuros se aclaran—, así que suele venir bien probar primero en algún papel tanto los tonos oscuros como los claros para ver cómo se comportan.
Pese a esto, el gouache tiene infinidad de cosas positivas. Los tubos o botes secos de gouache se pueden reactivar, así que nunca tienes que tirar pintura, las capas tienen tendencia a fusionarse de manera homogénea y los colores son hermosos, intensos y vivos.