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Historias del presente inmediato
La invención del movimiento moderno arquitectónico

Un libro de Anthony Vidler

Disponible

Cualquier acontecimiento histórico depende en gran medida del modo en que haya sido narrado por la ‘historia oficial’. Así, el movimiento moderno es un concepto construido mediante diversas narrativas que a su vez influyeron en la práctica arquitectónica del momento.

En este libro, Anthony Vidler examina la obra de cuatro historiadores del movimiento moderno arquitectónico -Emil Kaufmann, Colin Rowe, Reyner Banham y Manfredo Tafuri- y comprueba que sus respectivas historias fueron construidas como programas más o menos explícitos de la teoría y la práctica del proyecto en el contexto contemporáneo.

El autor muestra cómo el movimiento moderno concebido por Kaufmann se componía, al igual que los proyectos iluministas tardíos que él reverenciaba, de formas geométricas puras y de composición elemental; el que planteó Rowe consideraba el proyecto contemporáneo desde la ambigüedad y complejidad manieristas; el movimiento moderno de Banham tomaba como referencia las aspiraciones de los futuristas; y las fuentes del ‘movimiento moderno renacentista’ de Tafuri se hallaban en la división entre la experimentación técnica de Brunelleschi y la nostalgia cultural de Alberti.

La investigación de Vidler demuestra la inevitable colisión entre historia y proyecto que domina todo el discurso arquitectónico moderno y que ha dado origen a algunos de los experimentos de arquitectura más interesantes del período de posguerra.

Descripción técnica del libro:

15 x 21 cm
224 páginas
Español
ISBN/EAN: 9788425223617
Rústica
2011
Descripción
Descripción

Detalles

Cualquier acontecimiento histórico depende en gran medida del modo en que haya sido narrado por la ‘historia oficial’. Así, el movimiento moderno es un concepto construido mediante diversas narrativas que a su vez influyeron en la práctica arquitectónica del momento.

En este libro, Anthony Vidler examina la obra de cuatro historiadores del movimiento moderno arquitectónico -Emil Kaufmann, Colin Rowe, Reyner Banham y Manfredo Tafuri- y comprueba que sus respectivas historias fueron construidas como programas más o menos explícitos de la teoría y la práctica del proyecto en el contexto contemporáneo.

El autor muestra cómo el movimiento moderno concebido por Kaufmann se componía, al igual que los proyectos iluministas tardíos que él reverenciaba, de formas geométricas puras y de composición elemental; el que planteó Rowe consideraba el proyecto contemporáneo desde la ambigüedad y complejidad manieristas; el movimiento moderno de Banham tomaba como referencia las aspiraciones de los futuristas; y las fuentes del ‘movimiento moderno renacentista’ de Tafuri se hallaban en la división entre la experimentación técnica de Brunelleschi y la nostalgia cultural de Alberti.

La investigación de Vidler demuestra la inevitable colisión entre historia y proyecto que domina todo el discurso arquitectónico moderno y que ha dado origen a algunos de los experimentos de arquitectura más interesantes del período de posguerra.


Anthony Vidler es decano y catedrático de la escuela de arquitectura Irwin S. Chanin de la Cooper Union de Nueva York. Historiador y crítico de arquitectura moderna y contemporánea, es autor, entre otros, de los libros Warped space: Art, architecture, and anxiety in modern culture (2000) y The architectural uncanny: Essays in the modern unhomely (1992), ambos publicados por The MIT Press.
Índice de contenidos
Índice de contenidos

Índice de contenidos:

1. Prólogo

2. Prefacio

3. Introducción

4. Movimiento moderno neoclásico: Emil Kaufmann
         
Autonomía
         
Neoclasicismo y autonomía
         
De Kant a Le Corbusier
         
Análisis estructural
         
De Kaufmann a Johnson y Rossi
         
Autonomía resucitada


5. Movimiento moderno manierista: Colin Rowe
         
Un Palladio inglés
         
Palladianismo moderno
         
Palladio en diagramas
         
Matemáticas
         
La invención del movimiento moderno
         
Manierismo
         
El fin del movimiento moderno
         
Movimiento moderno manierista: James Stirling

6. Movimiento moderno futurista: Reyner Banham
         
El pintoresquismo moderno
         
Historicismo frente a funcionalismo
         
Movimiento moderno funcionalista
         
Futurismo resucitado
         
Teorías y diseño
         
Programa, ciencia e historia
         
'Une architecture autre'
         
Más allá de la arquitectura: Banham en Los Ángeles


7. Movimiento moderno renacentista: Manfredo Tafuri
         
Arquitecto e historiador
         
La revisión de la historia
         
El eclipse y el auge de la historia
         
Ideología y utopía
         
Angustia
         
Desencantos


8. ¿Posmoderno o posthistoire?

9. Agradecimientos

10. Índice onomástico
 
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Extracto del prólogo:

‘La historia (entre paréntesis)
Peter Eisenman



De todos los términos del léxico arquitectónico o, en realidad, de los de la pintura y la escultura, el más cargado de oprobio social y político es ‘formalismo’. Ser un formalista es ser una diana para todo aquel que siente que la arquitectura es un proyecto social cargado de simbolismo retórico. Sin embargo, en una reciente corrección de proyectos en una prestigiosa escuela de arquitectura de la costa Este de Estados Unidos, me impresionó la omnipresente influencia de una nueva, quizá más virulenta, variedad de formalismo, más virulenta porque se planteaba bajo el estandarte de un determinismo tecnológico de neovanguardia. El núcleo central de este formalismo reside en las avanzadas técnicas informáticas de modelado que se generan a partir de complejos algoritmos que producen procesos paramétricos de enorme complejidad y consistencia, repletos de su propia variabilidad y distorsión. El ámbito, la variedad y la energía de este trabajo me debería haber interesado personalmente, no sólo por mis recuerdos de esa institución como un bastión del conservadurismo intelectual, sino también en parte porque este trabajo procesual de última generación estaba próximo a una idea de autonomía inherente en tales procesos carentes de autoría. En lugar de ello, sentí que algo estaba radicalmente equivocado, algo que habla de un problema más general de la arquitectura hoy en día. Se trataba de una autonomía liberada de todo compromiso ideológico pasional o firme. Por el bien del argumento, digamos que esta falta de compromiso se sitúa a las puertas de dicho formalismo vacuo, un formalismo que internamente determina cómo tienen que leerse e interpretarse sus productos. Tanto la falta de compromiso ideológico como los significados determinados internamente vinculan este nuevo formalismo con una idea de autonomía. Sin embargo, hay una segunda y más problemática idea de autonomía, una idea disciplinaria que aparentemente está oculta, aunque se alude a ella, en las inversiones cronológicas del título Historias del presente inmediato.

Mientras hoy en día el formalismo parece estar vaciado de su poder crítico e ideológico, no obstante, figuraba como un punto de resistencia al movimiento moderno de posguerra. Las bases formales de la escultura minimalista repetitiva o con secuencias basadas en procesos, la arquitectura racionalista o las analogías deícticas, sintácticas y lingüísticas tenían su origen en un sistema generado internamente que era independiente de las preocupaciones sociales o funcionales. En este contexto, debe distinguirse lo formal del formalismo; el primero tiene un valor interno y el segundo consiste en la retórica vacía de la actual producción de formas. En cierto sentido, cualquier forma generada internamente que forme parte de un sistema crítico podría considerarse autónoma, independiente de las fuerzas sociales y de mercado, aunque también las critique. Se trata de una discusión sobre la autonomía que estimula especialmente a un historiador en el texto de Anthony Vidler, y que también podría decirse que estimula al propio autor. Aunque a menudo se entiende la autonomía como algo implícito en lo formal, la distinción entre ambos conceptos es importante, especialmente en la actualidad: se trata de los términos ‘autonomía disciplinar’ y ‘autonomía formal’. Para Vidler esta diferencia parece importante porque potencialmente le permite afrontar y proponer una respuesta a las reivindicaciones de Jacques Derrida contra la posibilidad de una autonomía disciplinar.

En una primera lectura secuencial de este libro, desde el capítulo sobre Emil Kaufmann a aquellos sobre Colin Rowe, Reyner Banham y Manfredo Tafuri, parece que Vidler presenta una narrativa sobre los textos de la historia de la arquitectura hasta el tercer cuarto del siglo pasado. En sí se trata de algo digno de mención, especialmente porque en la actualidad la historia se consume y se olvida con demasiada rapidez. Sin embargo, lo importante de este libro no son las diferencias críticas entre dichos historiadores, sino cómo sus diferencias ponen de manifiesto sus argumentos como medidas de las diferentes distancias trazadas en la evolución disciplinar de la arquitectura, desde alrededor de 1920 hasta la actualidad. Las extrañas repeticiones, desde el formalismo de los ideólogos rusos al de los actuales expertos fabricantes de renders, por ejemplo, sugieren que las distancias registradas por dichos historiadores son todo menos lineales. Ello se pone de manifiesto en la primera lectura del título del libro, así como también en su genealogía intelectual. No obstante, mientras la secuencia Rowe-Banham-Tafuri sigue esa genealogía, no ocurre así con Kaufmann, a quien se sitúa como creador, fuente y punto de partida. ¿Por qué comenzar con Kaufmann, un historiador de la Escuela de Viena cuya obra pertenece, desde el punto de vista intelectual, a una generación distinta a la de los otros tres historiadores? Sólo en una relectura atenta del capítulo sobre Kaufmann, aquello que parece ser una inclusión anómala -quizá, tal como el propio Vidler admite, como una señal de la historia personal del autor- muestra ser el vehículo de un segundo objetivo más importante. No se trata de si Vidler pretendía o no dicho objetivo; más bien de si es posible leer este libro bajo la siguiente luz.

La duda de Vidler está implícita en el mismo título: ¿cómo debe interpretarse y escribirse la historia del movimiento moderno y de sus historiadores después de las críticas a las fronteras disciplinarias por parte de Jacques Derrida y otros postestructuralistas, dado que son estas mismas fronteras las que tradicionalmente han hecho visibles las mayores figuras de la historia y los movimientos de menor importancia? En la introducción al capítulo sobre Kaufmann se encuentran respuestas parciales a las preguntas ‘¿por qué Kaufmann?’ y ‘¿cómo, después de Derrida?’ o, dicho con otras palabras, cómo valorar en el momento presente la recurrencia a los momentos históricos precedentes. En este sentido, pueden verse las Historias del presente inmediato como una respuesta, no importa cuán esquemática, a la crítica de Derrida sobre las fronteras disciplinarias. […]’

Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL

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