Descubre el arte del bordado botánico contemporáneo junto a la artista Arounna Khounnoraj. Con este completo manual, aprenderemos todo lo necesario para crear asombrosas piezas botánicas y descubriremos la versatilidad de este maravilloso arte ancestral.
Conoce las herramientas, materiales y técnicas básicas de bordado que te permitirán explorar y adaptar la práctica a tu estilo, así como las claves del proceso de diseño.
Accede a un completo directorio de puntos de bordado explicados paso a paso: puntos de contorno (punto de hilván, pespunte, de cadeneta...), de remate (punto de festón, de mosca, de pluma...) y de relleno (satén, tendido, de onda...).
Bellos y variados proyectos con instrucciones paso a paso: desde una funda de cojín con flores de lana y unas servilletas florales hasta un monedero con margaritas, un top con hojas, una bandolera con follaje o un herbario bordado.
Introducción
Cómo usar este libro
Herramientas y materiales
Técnicas básicas
Proceso de diseño
Directorio de puntos
Proyectos para tu hogar
Saquito de patchwork para lavanda
Funda de cojín con amapolas
Servilletas de la pradera
Funda de cojín con flores de lana
Proyectos para ti
Broches y chapas con motivos forestales
Colgantes con bastidores en miniatura
Monedero con margaritas
Broche con bordado de oro
Bolso de mano festoneado
Top corto con hojas
Bolsa para la compra con hojas caducas
Bandolera con follaje
Cárdigan con bordado de rosas
Proyectos artísticos
Bastidores con motivos botánicos en relieve
Bastidor oval con pájaro
Herbario bordado
Cuadro de hallazgos botánicos
Muestrario con abecedario
Arte mural con jardín
Recursos
Agradecimientos
Sobre la autora
Hubo un tiempo en que los jóvenes practicaban el arte del bordado y realizaban muestrarios de puntos y otros proyectos que formaban parte de su formación. Visto desde ahora, más que ejercicios de entrenamiento para desarrollar la aptitud por el diseño o la coordinación entre el ojo y la mano, estos proyectos eran una manera de transmitir, de generación en generación, las tradiciones y las expresiones culturales que nos definen. El bordado ha formado parte de todas las culturas, desde la prehistoria hasta la actualidad, y aunque sus raíces son de tipo utilitario —ya que se utilizaba para zurcir, hacer parches o reforzar las prendas—, el bordado se desarrolló y evolucionó al incluir elementos de diseño, técnicas y tipos de puntadas para reflejar un mayor número de posibilidades decorativas y expresivas. De hecho, el bordado define una categoría tan amplia de labores de aguja que es difícil saber dónde empieza y dónde termina su ámbito. En pocas palabras, podríamos definirlo como el arte de decorar los tejidos usando aguja e hilo para embellecer una superficie con infinidad de puntadas que construyen, partiendo de una línea, una gran cantidad de motivos, imágenes, colores y texturas.
Yo también aprendí a bordar de joven, aunque quizá no de una manera tan rigurosa como en las generaciones anteriores. Al llegar a Canadá, mi madre se formó como modista y, al ser una joven familia inmigrante, la costura, la confección y el zurcido de prendas era habitual en casa. Así que, además de las nociones generales de costura, me empapé de todo ese conocimiento que me acompañaría en mi itinerario por escuelas de arte y residencias como artista de la fibra, hasta que logré fundar mi estudio. Tras toda una vida trabajando con textiles, el bordado siempre fue una de mis técnicas favoritas, ya que me permitía dibujar sobre el tejido usando solo el hilo, y desarrollar motivos o crear imágenes que se expresaban mediante el color, la línea y la forma.
Creo, sin embargo, que considerar el bordado como un método de trabajo no es suficiente; para mí, ha resultado ser una actividad fundamental que representa más que eso, ya que se ha convertido en una manera de unificar todas mis prácticas artísticas, precisamente porque sus técnicas, aplicaciones y materialidad están relacionadas con muchas otras actividades, como el arreglo de prendas, el diseño de moda, el bordado con punzón o el acolchado, por nombrar solo algunas. Por eso, sin importar qué dirección tomase mi trabajo, o lo variados que fueran mis intereses, el bordado siempre estaba presente de un modo u otro. Como sucede con muchas de esas actividades, el bordado expresa la idea de trabajo manual: composiciones que reflejan procesos mentales, el acto de sentarse y trabajar sobre una pieza de tejido, aplicando en ella diseños puntada a puntada, línea a línea, repitiendo sin cesar el proceso para añadir color y textura. Es un proceso silencioso, meditativo, durante el cual pienso con las manos mientras los dedos trabajan con la más sencilla de las herramientas.
La historia nos muestra que el bordado se sitúa en algún lugar entre las técnicas de “contar hilos”, más estructuradas y en las que los motivos y repeticiones se basan en la urdimbre y la trama del tejido base, y una técnica de “estilo libre”, en la que la labor de bordado solo está limitada por el modo en que deseemos expresar nuestros diseños. Mi enfoque del bordado es parecido a como dibujo y, en mi opinión, es coherente con una perspectiva más contemporánea. Disfruto de la libertad de crear diseños a mi gusto y dejar que la labor de aguja se exprese por sí misma en cualquier combinación. Además, como me gusta mantenerme ocupada, allá donde voy llevo siempre un bordado conmigo. A menudo me acompaña mi kit de bordado —gastado por el uso y rebosante de agujas, hilos y telas— para seguir trabajando aunque sea unos minutos mientras me siento en el parque o viajo. Así puedo crear sobre la marcha pequeños motivos, como insectos, jardines en miniatura o todo lo que me llame la atención o se me pase por la imaginación.