La Bauhaus, Bruno Zevi, Italo Calvino y otros temas de la arquitectura mexicana del siglo XX

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El presente libro recopila textos inéditos del arquitecto y doctor en Historia del Arte Enrique X. de Anda Alanís acerca de aquello que, en términos generales, puede entenderse como cultura arquitectónica

Escritos a lo largo de los últimos 20 años, aun y la diversidad de sus orígenes —investigaciones, reflexiones, conferencias y seminarios— 
todos ellos se apoyan sobre las líneas teóricas fundamentales y recurrentes del autor, a saber, la historiografía y la preservación de la arquitectura moderna mexicana.

Desde la relación de la arquitectura mexicana con ámbitos y pensamientos procedentes de otros lugares del mundo, pasando por una revisión de la historia de la arquitectura desde perspectivas inéditas que ponen el foco en el amplio abanico de circunstancias culturales que ejercieron influencia sobre ella, y llegando a la necesaria atención del autor sobre la importancia de la conservación del patrimonio arquitectónico del siglo xx, todos estos textos arrojan una nueva luz sobre los temas clave que invitan repensar la cultura arquitectónica mexicana.

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Descripción técnica del libro:

Español
ISBN/EAN: 9788425235016
Rústica
2024
Descripción
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Detalles

El presente libro recopila textos inéditos del arquitecto y doctor en Historia del Arte Enrique X. de Anda Alanís acerca de aquello que, en términos generales, puede entenderse como cultura arquitectónica

Escritos a lo largo de los últimos 20 años, aun y la diversidad de sus orígenes —investigaciones, reflexiones, conferencias y seminarios— 
todos ellos se apoyan sobre las líneas teóricas fundamentales y recurrentes del autor, a saber, la historiografía y la preservación de la arquitectura moderna mexicana.

Desde la relación de la arquitectura mexicana con ámbitos y pensamientos procedentes de otros lugares del mundo, pasando por una revisión de la historia de la arquitectura desde perspectivas inéditas que ponen el foco en el amplio abanico de circunstancias culturales que ejercieron influencia sobre ella, y llegando a la necesaria atención del autor sobre la importancia de la conservación del patrimonio arquitectónico del siglo xx, todos estos textos arrojan una nueva luz sobre los temas clave que invitan repensar la cultura arquitectónica mexicana.

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Enrique X. de Anda Alanís es arquitecto y doctor en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y profesor en facultades de arquitectura de varias universidades de México. Autor de numerosas publicaciones sobre arquitectura moderna mexicana, entre ellas Historia de la arquitectura mexicana, publicada por esta editorial, en 2015 recibió el Premio Universidad Nacional de la UNAM en el área de arquitectura y diseño por su trabajo de investigación en la historia de la arquitectura. También ha recibido diversos premios por su trabajo de investigación y difusión de la historia de la arquitectura de diferentes asociaciones mexicanas profesionales, así como del Instituto de Antropología e Historia de México. Fundó y preside AMEC, fundación dedicada a la difusión de los valores de la arquitectura del siglo xx y a la preservación de archivos y bibliotecas especializadas en arquitectura. 

Índice de contenidos
Índice de contenidos

Prólogo

Víctor Pérez Escolano                7

Introducción   17

El concepto de levedad en Italo Calvino
Una oportunidad para reflexionar sobre Ricardo Legorreta y la ligereza             23 

La Bauhaus como experimento social

Apuntes sobre su presencia en México         39

Una polémica con Bruno Zevi sobre la arquitectura de la Ciudad Universitaria        73

Arquitectos del exilio alemán de la II Guerra Mundial en México 

Temas de metodología historiográfica           95

Breve historia de la arquitectura mexicanadesde los arquitectos que la hicieron, 1910-2000                  111

La arquitectura en México en el período 1990-2013
Paisaje, conceptos y productores    139

Problemas de preservación de la arquitectura patrimonial del siglo xx 
Una visión desde América Latina      163

Memoria y preservación de la arquitectura mexicana del siglo xx 179

 

Lee un fragmento
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Víctor Pérez Escolano
Catedrático emérito de la Escuela Técnica Superior 
de Arquitectura (ETSAS), Universidad de Sevilla

Enrique X. de Anda Alanís nos ofrece un libro de madurez, un mosaico de piezas variadas, con personalidad propia, relativas a temas diversos de arquitectura mexicana del siglo xx, elaboradas en distintos momentos de su quehacer historiográfico y crítico, por lo general comunicadas oralmente pero inéditas en su difusión impresa, y que, reunidas y estructuradas, componen un conjunto estimulante para quienes deseen conocer más y mejor la realidad contemporánea de la arquitectura mexicana en relación con el contexto internacional. Contexto que emerge en el título de la obra, el cual destaca tres referencias tan importantes como diferentes, la Bauhaus, Bruno Zevi e Italo Calvino.

Transcurridos más de quince años desde su anterior recopilación sobre la arquitectura mexicana del siglo xx, que editó el FONCA, Enrique X. de Anda entrega ahora al lector sus ensayos para que la realidad mexicana contemporánea sea apreciada y entendida sobre el fondo de su contexto cultural, y todo ello con el fin de revelar aspectos de la transferencia social, particularmente la condición patrimonial de la arquitectura que, en las últimas décadas, ha consolidado la carta de naturaleza que se le negaba en los orígenes de la modernidad.

El libro comienza estableciendo un paralelismo entre Ricardo Legorreta y el escritor Italo Calvino que tiene un valor liminar. A Legorreta, “el arquitecto mexicano con mayor visibilidad internacional” después de Luis Barragán, le cupo integrar y traspasar la personalidad singular de quien fuera el segundo arquitecto en recibir el premio Pritzker en 1980. La ligereza, su presencia y su ausencia, “la trasparencia y la masividad”, le permiten a Enrique X. de Anda traer a colación a Italo Calvino y sus Seis propuestas para el nuevo milenio, de manera que las reflexiones que contiene permiten comprender mejor su proceso arquitectónico. “Lo tangible conecta con el mundo, lo leve e inmaterial promueve ideas”.

En 2010 tuve el honor de compartir con Ricardo Legorreta y Barry Bergdoll las conferencias magistrales del XI Congreso Internacional del Docomomo, celebrado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Legorreta, quien falleció al año siguiente, dedicó su intervención a glosar a dos maestros, José Villagrán García y Luis Barragán, “dos caminos totalmente diferentes”, incluso personalidades enfrentadas, pero ambos exponentes de cómo “en México hubo calidad de pensamiento, de creatividad; analizar a estos pilares de nuestra arquitectura nos lleva a la conclusión que somos un país de arquitectos”. Al extraer valores de uno y otro en su discurso, venía a corroborar la interpretación dual que De Anda nos ofrece.

La presencia/ausencia internacional de la arquitectura mexicana se produciría con una de las más fuertes proposiciones de personalidad nacional contemporánea, la “integración plástica” en grandes obras de afirmación y desarrollo como la biblioteca del campus del Pedregal de la UNAM. Modernidad e identidad originaria como objetivos que hay que compatibilizar. El capítulo que revisa la controversia con Bruno Zevi acerca de su crítica a las obras mexicanas representativas de esa tendencia, permite a De Anda reflexionar sobre la historiografía y crítica arquitectónicas en México. Tanto la proyección nacional como la internacional de la arquitectura establece un complejo mecanismo especular, muy común entre América Latina y Europa. Su origen estuvo en la contribución sobre “Bruno Zevi y América Latina”, en el encuentro celebrado en septiembre de 2018 en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidade de São Paulo (FAU-USP), extraordinario edificio proyectado por João Vilanova Artigas. 

No fue agraciada la relación de Zevi con México, pero su artículo “Grotesco messicano” (L’Espresso, 20 de diciembre de 1957) fue una demostración de la capacidad crítica y autocrítica de Mauricio Gómez Mayorga, quien conducía la sección de “Crítica de las ideas arquitectónicas” en la revista Arquitectura-México, promovida por Mario Pani. Fue en el número de junio de 1958, en el que participaron otros colegas y el propio Zevi mediante una carta en la que daba a Gómez Mayorga las “gracias por su noble, elegante y generosa réplica”.

Bruno Zevi fue uno de los historiadores de la arquitectura con mayor difusión en la segunda mitad del siglo xx. Retornado a Italia tras concluir la II Guerra Mundial, llevó consigo todo el fervor que adquirió en Estados Unidos con respecto a Frank Lloyd 
Wright. Sus numerosísimas publicaciones establecieron una confrontación con los parámetros convencionales del movimiento moderno, de intensa implantación mundial, defendiendo los valores alternativos de la arquitectura orgánica. Su labor como docente fue muy influyente, tanto en Roma como en Venecia, sustentando una doctrina a favor de los valores operativos de la crítica y la historia con la que generar un hilo conductor entre el análisis crítico y el proyecto arquitectónico. Inculcó estas ideas a sus alumnos, como pude comprobar en la muestra sobre Miguel Ángel en el Palacio de exposiciones de Roma en 1964, antes de escuchar en el teatro Olímpico de Vicenza su lección inaugural del curso palladiano de ese año. 

Su incansable labor crítica se canalizó tanto en la sección Cronache di Architettura, que, entre 1954 y 1970, firmó en la revista de información general L’Espresso, como antes en Metron, y a partir de 1955 también en L’Architettura. Cronache e Storia. La relación de Zevi con América Latina y con España se manifestó de manera muy temprana, haciéndose presente en persona como a través de las traducciones de su obra al español, tanto en Argentina como en España. Por ejemplo, en el Boletín de Información de la Dirección General de Arquitectura (septiembre de 1949), del gobierno franquista de España, se publicó “La arquitectura orgánica frente a sus críticos”, expuesta en el I Congreso de la Associazione per l’Architettura Organica (APAO), aparecida en Metron. Al año siguiente, de visita en Barcelona, pudo entusiasmarse con la obra de Antoni Gaudí. Como muy bien le dijo Gómez Mayorga, en su crítica a la biblioteca del campus universitario de la UNAM, se echaba en falta, precisamente, conocer la obra directamente. Con su incorporación en 2007 a la lista del patrimonio mundial de la Unesco, después de haber sido incluida la ciudad universitaria de Caracas en 2000, América Latina inauguraba esa máxima consideración patrimonial en lo relativo a los nuevos campus universitarios, pero también a las dos vías, diferentes pero complementarias, de la “integración de las artes” en Caracas y la “integración plástica” en México.

Durante décadas, la cultura arquitectónica mexicana ha sostenido una solvencia singular en el contexto latinoamericano. Para quienes nos formamos en la década de 1960 con las publicaciones en lengua española, fruto de las investigaciones de los académicos nacionales o las traducciones de autores de otras áreas lingüísticas, el peso de las ediciones tenía dos focos americanos principales: México y Argentina. La internacionalización de la arquitectura mexicana venía desde la década anterior, por ejemplo, con los libros de I. E. Myers (1952) y de C. B. Smith (1957), sostenida por el impacto estructural de Félix Candela, el sólido fundamento de los trabajos publicados entonces por José Villagrán, y 
el impacto ofrecido por la edición monumental del volumen 4.000 años de arquitectura en México (1956), referente para comprender unitariamente la larga y compleja historia de la nación, integrando toda la diversidad de sus sucesivas fases. 

Es sabido que, en esos años de posguerra y de afianzamiento de la Guerra Fría, Estados Unidos tuvo como objetivo ampliar su ascendente y su hegemonía estableciendo puentes con el subcontinente latinoamericano, siendo la arquitectura uno de los parámetros de valoración, especialmente en relación con naciones potentes como México y Brasil. En la Europa de posguerra operaba el plan Marshall, pero España no participó en la II Guerra Mundial, aunque sí tuvo una dictadura amparada por la Alemania nazi. La supervivencia del régimen franquista se basó en el pacto bilateral de 1953 que trajo el establecimiento de bases militares estadounidenses en territorio español (en el marco de la OTAN) y en la exigencia de una apertura económica y cultural, que se manifestó elocuentemente en la arquitectura. En esas coordenadas se puede entender, por ejemplo, el recorrido de Mathias Goeritz, activo en España durante la década de 1940, impulsor fundamental de la Escuela de Altamira, que atrajo a Ignacio Díaz Morales en su periplo europeo, captando profesores para la nueva Escuela de Arquitectura en Guadalajara. De Anda hace énfasis en la importancia de Goeritz como “personaje clave” en la influencia de la Bauhaus en México tras su llegada en 1949, el año en que Hannes Meyer retornó a Suiza tras su estancia en México durante más de diez años, la más prolongada de su vida peregrina. En España se vio rememorada y reforzada la figura de Goeritz en la gran exposición antológica celebrada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid en 2012.

En efecto, la presencia duradera en México de Hannes Meyer, segundo director de la Bauhaus, pasó de la sombra a la controversia. Basta ver el libro de sus textos, publicado en italiano en 1969, con edición de Francesco Dal Co, y su traducción española con el título El arquitecto en la lucha de clases y otros escritos (1972). El interés por su período mexicano ha tenido un recorrido que ha ido progresando, por ejemplo, desde el trabajo de 1980 de Patricia Rivadeneira hasta llegar al libro que los historiadores argentinos Adrián Gorelik y Francisco Liernur le dedicaron en 1993, y la tesis de Raquel Franklin en el Technion de Israel, sintetizada en su artículo de 2013 en la revista colombiana Dearq, donde en 2020 Bernardo Ynzenga publicó una visión sintética de la figura: “Hannes Meyer: antes, en y después de la Bauhaus”. La importancia del análisis de Enrique X. de Anda radica en precisar el importante valor y la complejidad de Meyer, como parte del impacto de la Bauhaus en México en tanto que experimento social. 

La relación arquitectónica de España con México a lo largo del siglo xx tuvo su puente principal en el extraordinario capítulo de solidaridad abierto con la caída de la II República tras su derrota en la Guerra Civil. La acogida de los refugiados españoles por parte del gobierno de Lázaro Cárdenas se tradujo en una mutua transferencia de dones, que en el campo de la educación y la cultura alcanzó un extraordinario nivel. Los arquitectos transterrados a México fueron muy numerosos, y con desigual fortuna, pero algunos vinieron a desempeñar un papel destacado en el desarrollo de su actividad profesional y empresarial. Félix Candela sería el más conocido internacionalmente. En el capítulo dedicado a la función social del arquitecto en México, De Anda nos habla de la internacionalización del mundo académico y el papel jugado por algunas escuelas de arquitectura, como, por ejemplo, la de Barcelona (ETSAB), donde Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, actual director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, se doctoró con una tesis, dirigida por Josep Maria Montaner, presentada en 1996 y titulada Arquitectos españoles exiliados en México. Su labor en la España republicana (1931-1939) y su integración en México, tesis que fue publicada en 2014 y de la que se derivaría una intensa y continuada dedicación a la figura de Félix Candela. 

Pero los refugiados españoles, con ser el grupo más numeroso, solo constituyeron uno de los flujos europeos hacia México. Tras la guerra civil española vendría el escenario del nazismo y la II Guerra Mundial. Destaca De Anda en su libro las figuras del exilio alemán y europeo. Junto a los ya citados Hannes Meyer y Mathias Goeritz, adquirieron particular relieve profesional Max Cetto y Vladimir Kaspé, entre otros. De Anda se hace una pregunta para iluminar el camino del mapa del exilio, “¿la circunstancia cultural mexicana modificó de tal suerte su interpretación del mundo, que lo llevó a pensar la arquitectura de otra manera?”. Y se contesta. “Estoy seguro de que la historia de la arquitectura, a la manera de acopio de relatos, no es suficiente para entender problemas que buscan la complejidad solo con el propósito de ganar en amplitud de respuestas”.

De Anda detalla los fundamentos históricos de la formación de los arquitectos en México, destaca la fundación en 1928 de la Escuela Nacional de Arquitectura, y cómo veinte años después se le encargaría dirigir el Seminario de Historia de la Arquitectura al historiador del arte español Juan de la Encina, seudónimo de Ricardo Gutiérrez Abascal. Director del Museo de Arte Moderno de Madrid en los años de la II República, este desarrollaría su producción intelectual en México hasta su muerte en 1963, siendo otro ejemplo de la fraternidad hispano-mexicana hija del exilio. A lo tratado por De Anda, cabría añadir una segunda derivada: el curso dado en 1960 por De la Encina en su seminario sobre el historiador de la arquitectura español Fernando Chueca Goitia. Su transcripción de la mano de Agustín Piña Dreinhofer, uno de los alumnos del curso, permitiría que la UNAM editara en 1982 su libro sobre la obra teórica de Chueca Gotia entre 1947 y 1960. Todo ello a partir del libro Invariantes castizos de la arquitectura española (1947), que luego generaría el artículo “Invariantes castizos de la arquitectura hispanoamericana”, publicado en la Revista de Occidente en 1966. En su prólogo, el propio Piña Dreinhofer enumera un decálogo de interrogantes con el propósito de descubrir los invariantes del arte mexicano.

La función social del arquitecto es uno de los aspectos de especial interés tratados en el libro. El sentido práctico de la profesión y su evolución a lo largo del siglo xx, las tareas públicas e institucionales, la política y la participación gremial, son cuestiones escasamente tratadas en la historia reciente de la cultura arquitectónica. La teoría de la arquitectura tuvo en México un estable y sólido soporte en la figura de José Villagrán. Al igual que en otros países, hubo una internacionalización de nuevas doctrinas (también en España), como pueden ser las “metodologías del diseño”, y con figuras como Christopher Alexander que respondían a la búsqueda de un soporte científico en el proyecto. También se trata la evolución de las revistas hasta desembocar en Arquine, o en la sustitución de los distintos Cuadernos, editados por la UNAM, por Bitácora. El libro también analiza la actividad pública entendida como ejercicio profesional tanto en el impulso de acciones y proyectos institucionales, así como la labor de gestión en cualquiera de los niveles de la administración. Entre los arquitectos mexicanos destaca la figura de Pedro Ramírez Vázquez, presente en España en diversos momentos de su trayectoria. Pero, en la acción política más estricta, el caso latinoamericano más singular fue Fernando Belaúnde Terry, arquitecto de prestigio, que por dos veces (1963-1968 y 1980-1985) fue presidente de Perú por Acción Popular, partido que él mismo fundara. De Anda desarrolla concienzudamente el subyacente e imprescindible sustrato de la ética, tantas veces alterada en una acción, parafraseando a Octavio Paz, en la que “se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana”.

En los capítulos finales del libro se trata la preservación de la arquitectura patrimonial del siglo xx, en su perspectiva latino-americana, y, en el caso de la mexicana, en particular de su fundamento de estudio y puesta en valor. En el I Seminario del Docomomo Ibérico celebrado en Zaragoza en noviembre de 1997, de cuyo comité científico formaba yo parte, De Anda fue invitado a la sesión dedicada a “América: vivienda y ciudad / vivienda y espacio público / vivienda”, junto a Silvia Arango, Jorge Francisco Liernur y Beatriz Colomina. Su ponencia estuvo dedicada a la “Vivienda colectiva y urbanismo bajo la doctrina de la modernidad: el caso de Ciudad de México entre 1929 y 1964”. El año anterior se había editado en Barcelona Arquitectura del movimiento moderno. Registro Docomomo ibérico: 1925-1965. La primera aparición del registro y las actas de aquel seminario, que sería seguido años después por los congresos que llegan hasta nuestros días, reflejaban la consolidación del enfoque patrimonial derivado del conocimiento histórico de la arquitectura moderna en las dos naciones ibéricas y su correlato con la extraordinaria experiencia americana, donde fructificaron las lenguas española y portuguesa.

Con esa perspectiva reconocemos la geografía latinoamericana, desde el río Bravo, ¿y por qué no más al norte?, hasta más allá del estrecho de Magallanes, e integrando también las islas grandes del Caribe. Y en ese inmenso escenario, también el siglo xx dejó su arquitectura, cuya integridad defiende De Anda, aun siendo consciente de los problemas generales que exige mantener la vigencia de ese patrimonio. A tal fin, enumera los siete temas-problema que reconoce deben afrontarse: obsolescencia de usos, necesidad de cambio de usos, responsabilidad sobre el sostenimiento físico de los inmuebles, identificación de los valores, significado patrimonial, variación de significados y velocidad de sustitución. Una síntesis certera y valiosa.

Gracias a la Dirección de Arquitectura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), en la década de 1970 comenzó a tomarse conciencia de los valores patrimoniales de la arquitectura moderna mexicana. La devastación sufrida con los sismos de 1985 en Ciudad de México había provocado plena conciencia de la pérdida patrimonial que eso supuso. En coherencia con ello, además de la respuesta vecinal en algunas colonias, se prosiguió con objetivos de preservación e intervención, la misión del INBAL, y se valoró el carácter representativo de obras de distinta envergadura, como la casa-estudio de Juan O’Gorman y Frida Kahlo y la de Luis Barragán, o el campus universitario del Pedregal y el Museo Nacional de Antropología e Historia, y todo ello sin eludir una realidad contradictoria al afirmar él que ve “el siglo xx con mucha construcción y poca arquitectura”. Al advertir las dudas y las contradicciones, concluye que su reflexión “debe ser recogida por un pensamiento humanista”. Justamente el que viene haciéndose presente en su trayectoria a través de sus libros, en los que preside, al tiempo y permanentemente, la consideración y la exigencia de la nación mexicana.

A mediados de la década de 1990 la trayectoria de Enrique X. de Anda, como investigador y docente de la arquitectura mexicana en la UNAM, cumplió el propósito de exponer una visión de conjunto, de la evolución completa de dicha arquitectura desde las culturas prehispánicas hasta la contemporaneidad. La Editorial Gustavo Gili de Barcelona, durante décadas la más importante dedicada en España a los temas arquitectónicos, había propiciado el sello GG/México en el que De Anda publicó su Historia de la arquitectura mexicana (1995), que contaría con nuevas ediciones en 2006, 2013 y 2019. Se trata de una obra de síntesis de gran aliento y difusión, que contaba con un ensayo en la década anterior (Evolución de la arquitectura en México, 1987). En sus primeras publicaciones de la década de 1980 De Anda buscó sistematizar la primera etapa de la arquitectura mexicana del siglo xx, referida tanto a la de orientación neoindigenista como a la neocolonial. Su libro La arquitectura de la Revolución mexicana (1990), con un excelente prólogo de Ramón Vargas Salguero, y su contribución al libro colectivo Arquitectura neocolonial (1994), coordinado por Aracy Amaral, sirven de coordenadas para valorar la importancia de sus reflexiones en la interpretación de la fuerte introspección que dotó de carácter a la elocuente fase simbolizada por el centenario de la independencia. “La tradición y el nacionalismo como alternativas de identidad en la arquitectura moderna mexicana”. 

Escribo estas letras en el año del segundo centenario de la consumación de la independencia de México, más de una década posterior a su declaración. Es también el quinto centenario de la conquista de México. Releyendo el artículo de Enrique Krauze, “La conmemoración pendiente”, publicado en El País el verano de 2020, procede seguir “la vía de la reconciliación en el conocimiento”, superando las anacrónicas visiones providencialistas y nacionalistas. En ese escenario se sitúa De Anda con este libro, en el que busca preservar la memoria y “comprender y explicar los hechos antes que juzgarlos”, por utilizar las palabras de Krauze.

 

Sevilla, noviembre de 2021

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