Cada uno ve lo que sabe’ es una invitación a detenerse a mirar y a reparar en el significado de aquellas palabras que contribuyen a expresar de manera más afinada todo lo que aprehendemos a través de los ojos. Todo aquello que, aparte de ver o mirar, también podemos observar y contemplar. El álbum ilustrado infantil atiende a las formas que las infancias tienen de relacionarse con el mundo y apropiarse de él a través de la conjunción de los sentidos, y ofrece maneras de aprender a mirar las imágenes y el mundo —y a leer— no solo con los ojos sino también con las manos, el oído o incluso con la boca. Hablamos de un álbum ilustrado que, lejos de ser un simple producto editorial dedicado a la infancia, adquiere la envergadura de un espacio de experimentación integral que aboca a lectores de todas las edades al acto de leer por placer y deleite.
Esta guía no pretende ser un documento técnico ni eminentemente académico, sino más bien un instrumento divulgativo con la voluntad de ofrecer algunas coordenadas básicas desde las que aprender a mirar álbumes y leer imágenes. Se trata, por consiguiente, de un acercamiento al álbum ilustrado no solo como herramienta para iniciar o mejorar la alfabetización de la mirada, sino también como vehículo de aprendizaje para la lectura de múltiples lenguajes.
Índice de contenido
Prólogo
Qué significa “Cada uno ve lo que sabe” 11
Introducción
Afinar el lenguaje para aprender a mirar 25
El álbum. Instrucciones de uso 34
Parte I
El álbum como soporte 41
A — El álbum no es un formato 43
A1 Introducción 45
A2 El álbum como soporte de lectura 49
A3 El álbum no es un género 56
A4 El álbum es un objeto híbrido 59
Parte II
Los lenguajes del álbum 63
B — El lenguaje material en el álbum 65
B1 Introducción 67
B2 El formato en el álbum 74
B3 Glosario de formatos 79
B4 Los peritextos en el álbum 85
B5 Glosario de peritextos 88
C — El lenguaje visual en el álbum 97
C1 Introducción 99
C2 Elementos del lenguaje visual en el álbum 101
C3 Glosario de elementos del lenguaje visual en el álbum 103
C4 Breve apunte sobre el color en el álbum 117
C5 Glosario de color 120
C6 Breve apunte sobre los tipos de planos en el álbum 123
C7 Glosario de planos 127
D — El lenguaje secuencial en el álbum 135
D1 Introducción 137
D2 El papel de la secuencialidad en el álbum 140
D3 Glosario del lenguaje secuencial 142
D4 Breve apunte sobre los textos en el álbum 153
D5 Relaciones entre lenguaje textual y lenguaje visual 156
E — Movimientos artísticos, técnicas y tipos de álbumes 165
E1 Introducción 167
E2 Los movimientos artísticos en el álbum 171
E3 Glosario de movimientos artísticos 175
E4 Las técnicas artísticas en el álbum 183
E5 Glosario de técnicas artísticas 185
E6 Tipología del álbum 193
Parte III
El objeto editorial 199
F — El diseño del álbum 201
F1 Introducción 203
F2 Elementos de diseño en el álbum 207
F3 Glosarios de elementos del diseño 209
F4 El diseño del ‘layout’ en el álbum: estático ‘versus’ dinámico 214
F5 Breve apunte sobre el diseño de la cubierta del álbum 219
F6 Breve apunte sobre la elección tipográfica en el álbum 224
G — La producción del álbum 233
G1 Introducción 235
G2 La impresión del álbum 238
G3 Glosario de tipos de impresión 240
G4 El papel en el álbum 242
G5 Glosario de papel 244
G6 Las tintas en el álbum 250
G7 Glosario de tintas 252
G8 La encuadernación del álbum 255
G9 Glosario de encuadernación 257
Posfacio
‘Un objeto cultural infantil que ensancha el concepto de lectura’. Anna Juan Cantavella 263
‘Infancia, sociedad visual y pensamiento crítico’. Piu Martínez 269
Índice de autores e ilustradores 279
Bibliografía 287
Biografías 293
Introducción
Afinar el lenguaje para aprender a mirar A veces, el simple acto de preguntarnos por el significado de las palabras que utilizamos a diario resulta revelador. Gastadas por el paso del tiempo, apropiadas y reutilizadas incansablemente en las múltiples interacciones de nuestra vida, parecen tan obvias que no cabe detenerse a pensarlas. Pero cómo usamos las palabras y el sentido que les damos de forma automática dice mucho de cómo comprendemos el mundo, de cómo lo ordenamos y de la potencia que estas guardan para constreñir o ensanchar nuestros modos de ver. En 1991, el arquitecto, autor e ilustrador de la aclamada serie de libros ‘Cómo funcionan las cosas’, David Macaulay, puso el título de “Seeing Things” a su discurso de aceptación de la medalla Caldecott, el máximo galardón para los libros ilustrados en Estados Unidos. Lo que aparentemente iban a ser unas palabras de agradecimiento y un breve repaso a su trayectoria profesional se convirtió, en pocas líneas, en un alegato en defensa del dibujo como herramienta básica para detenerse a mirar la realidad. Dibujar, señalaba Macaulay, requiere una curiosidad obstinada por saber por qué las cosas son como son y por qué funcionan de la manera en que lo hacen.
La falta de curiosidad —o ver superficialmente lo que ocurre, sin mirar realmente a nuestro alrededor— es el primer paso hacia el analfabetismo, la complacencia y la homogeneización visual. En su texto, Macaulay incide en la importancia de mirar y no solo ver, porque mirar requiere ver y pensar. Detenerse. Por desgracia, en la mayor parte de los sistemas educativos primarios de hoy en día no se tiene presente la distinción entre ver y mirar que señalaba el ilustrador estadounidense. Obviar este tipo de matices, por intrascendentes que parezcan, desemboca en procesos de alfabetización visual vagos, escasos e ineficaces y en una educación de la mirada más que mejorable. Esta desatención produce varias aristas. Una de ellas es que el gesto de detenerse a mirar imágenes y el mundo a nuestro alrededor, al percibirse como un acto intelectual solo apto y reservado para la etapa adulta y académica, queda sistemáticamente obviado durante las etapas de la infancia y la adolescencia. Buena parte de los productos culturales se conciben para estos adultos y su mirada intelectual, y entre ellos, evidentemente, no se encuentran los libros infantiles. Mirar, pues, deja de entenderse como una forma básica de apropiación cultural y social, pese a que es bien sabido que, desde la primera infancia, la mirada construye referencias e intelectualiza la realidad y el mundo de modos diversos.
Ese obviar la mirada afecta también a lo que somos capaces de ver. La consecuencia derivada de todo lo anterior es una percepción generalizada de que mirar “libros con dibujos” constituye una práctica infantil e infantilizadora en la que el verbo ‘mirar’ adquiere una connotación de tarea simple, cuyo ejercicio no implica apenas esfuerzo. Mirar, en este caso, se degrada a la categoría de hojear, un rebajamiento que afecta directamente a la literatura infantil, pues merma parte de su potencial estético y narrativo. Otra arista importante en términos de desatención es la que pasa por la necesidad de concebir y habilitar espacios y tiempos para el encuentro con imágenes diversas que permitan a sus espectadores o lectores sorprenderse, atender a una forma, a un detalle, releer y volver a las mismas imágenes en busca de patrones que las asocian, las diferencian o les aportan distintos significados.
Estas prácticas son un paso necesario para tomar consciencia de la importancia que comporta la distinción entre ver y mirar y, por tanto, se despliegan como un ejercicio de lectura pleno. ¿Qué vemos y qué no somos capaces de ver? De entre todo lo que vemos, ¿qué decidimos mirar? ¿Mirar algo atentamente es observar o contemplar? Este tipo de cuestiones nos impulsan a establecer nuevas distinciones, matices y enfoques —en definitiva, maneras de mirar— que nos ayudan a entender desde la infancia tanto la capacidad comunicativa que encierra la lectura apreciativa de imágenes como lo diferente que puede ser la experiencia de lectura visual dependiendo de sus observadores. En este sentido, entendemos el álbum ilustrado como el espacio de entrenamiento propicio para la adquisición de las habilidades de alfabetización visual. Cada nuevo lector, con la ayuda de nociones y estrategias básicas de interpretación del lenguaje visual, podrá afrontar de manera más sencilla procesos de socialización, participación activa y comprensión del entorno al que pertenece. El aprendizaje adquirido gracias a la lectura de álbumes puede contribuir a la mejora de los procesos de comunicación a través de la imagen —ya no solo como receptores, sino también como emisores/productores de cultura visual—. Igualmente, favorece el desarrollo de su espíritu crítico desde el momento en que aprenden a discernir y a cuestionar los mensajes que reciben.